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La gallega que dio clases a Jacqueline Kennedy

Es un referente de la Generación del 27 pero su figura ha sido olvidada - Una tesis de la Universidad de Santiago ofrece la mayor investigación realizada sobre la vida y obra de la pianista viguesa Sofía Novoa

Sofía Novoa, en una de las actuaciones en el Vassar College para sus alumnas.

Fue una pionera aunque las notas de su melodía vital han quedado apagadas por el paso del tiempo y por destacar en un país que permaneció a oscuras casi medio siglo. Ahora, una tesis de la doctora Carmen Losada que ha recibido el sobresaliente cum laude en la Universidade de Santiago de Compostela ofrece la mayor investigación realizada hasta ahora sobre la figura de Sofía Novoa, la gallega que dio clases de español a Jacqueline Kennedy en el exclusivo Vassar College de Nueva York.

A pesar de su carrera, Sofía Novoa (Vigo, 1902-Madrid, 1987) es la gran desconocida. Desde 1937 hasta 1967, optó por consagrarse en Estados Unidos a difundir el español y la cultura española, incluidos cantos y danzas folklóricos de las diversas regiones. Fue la vía más honrosa para buscarse la vida en un momento convulso. Novoa tuvo que dejar apartada, en parte, su vocación rompedora en el campo musical donde destacó como pianista. La viguesa se convirtió en una de las primeras profesoras de piano gallegas regladas en un mundo en el que las mujeres quedaban relegadas, principalmente, a impartir clases en el domicilio. Su nombre forma parte de la Generación del 27 donde también se encuentra la rúbrica de otras mujeres referente como la pintora Maruja Mallo.

Su escapada a Estados Unidos no fue por un amor no correspondido ni por una cuestión familiar; se debió a la necesidad de huir de la Guerra Civil y la amenazante postguerra en las que acabaron encarcelados un tío y su amiga Olimpia Valencia (la primera mujer gallega licenciada en Medicina en la Universidade de Santiago y que trabajó como ginecóloga con consulta propia y después en la Seguridad Social en Vigo).

Amiga de los Lorca

En el caso de Sofía Novoa, sus primeros pasos en la música arrancaron en la ciudad olívica donde recibió clases de piano. Su excelente progresión y aptitudes y el haber nacido en una familia con abuelo maestro y padre culto además de liberal, la empujaron a abrirse su propio camino. Y así, logró, por méritos, vivir a partir de 1919 en la Residencia de Señoritas de Madrid, donde estudió armonía y piano, además de cultura general e idiomas. Esta Residencia estaba dirigida por María de Maeztu con la que la joven viguesa conectó manteniendo relación hasta la muerte, a pesar de algún que otro desencuentro. Fue allí también donde entró en contacto con la familia García Lorca, amistad que duraría hasta su fallecimiento.

"Su vida estaba muy influenciada por la Institución Libre de Enseñanza y por su padre, Joaquín Novoa, cuya opinión era muy tenida en cuenta por Galdós, según se lee en sus cartas. Así que se fue a Lisboa a ampliar estudios, primero, y después a París a estudiar composición y piano", relata Carmen Losada.

"Hasta entonces, explica Losada, siempre había dado clases particulares pero en París empezó a trabajar en la enseñanza reglada. Allí, ella, que tenía pánico escénico, descubrió otra manera de hacer música" y otras vías para disfrutar la vida.

De regreso a España, el destino quiso que María de Maeztu la invitase a ser profesora de música en el Instituto Escuela en Madrid donde impartió clases con un método novedoso, el Dalcroze. "A principios de los años 80, cuenta Losada, yo estaba en la primera promoción de Pedagogía Musical en Madrid y se nos presentaba ese método como algo novedoso. Claro, porque habían pasado 50 años 'de paz'. Franco echó todo esto atrás. En los años 80, Dalcroze volvía a ser una teoría novedosa, una teoría que Sofía ya enseñaba en el Instituto Escuela cincuenta años atrás".

En el verano de 1936, Sofía regresó a casa, a Vigo, donde se preparaba para su viaje de retorno a París mediante una beca de la Junta de Ampliación de Estudios (JAE). El amanecer del 18 de julio lo cambió todo.

Con la salida del sol, Novoa se despidió de su viaje a la capital francesa, de sus clases de música como profesora reglada y de un presente que en pocas horas se convirtió en un pasado que nunca regresó.

Destruyendo pistas

"Durante esos días, lo decían María do Carme Kruckenberg y sus sobrinos, la caldera de la casa de Sofía estuvo funcionando durante varias jornadas y eso que era verano. No queda ninguna carta de las enviadas desde Madrid durante la República. No queda ni una", enfatiza Carmen Losada que ha buceado en la Fundación Penzol, archivos personales, entrevistas, hemeroteca de FARO DE VIGO y otros diarios de la época para confeccionar el rompecabezas vital de Sofía Novoa y las primeras pianistas de la ciudad y Galicia.

La joven no tuvo más remedio que quedar 'presa' en su ciudad, sin moverse de ella hasta la apertura de fronteras con Portugal en 1937. A través de sus contactos en el país luso, logró hacer llegar una carta a Nadia Boulanger en París advirtiéndole de que no le remitiese su correspondencia a Vigo "porque podía ser peligroso". Hay que entender que cualquier misiva podía ser utilizada en su contra y empujarla a una acusación de roja o progresista, lo que suponía la cárcel o la muerte.

Una viguesa en Estados Unidos, María Antonina Sanjurjo, que había sido compañera suya en la Residencia, visitó Vigo y pudo regresar a América con un permiso a pesar de la contienda. De regreso en Estados Unidos, contactó con Federico de Onís para que enviase una invitación a Sofía para ser profesora allí, lo que suponía un empleo en el papel pero sin sueldo; es decir, un salvoconducto para abandonar el país.

"Llegó a Estados Unidos y empezó a trabajar en la Casa de las Españas cantando y haciendo danza porque ella era muy aficionada a la música tradicional. También daba clases de español. Eso era lo que hacían todas y todos. Se tuvieron que reinventar allí. Después de pasar por varios sitios, acabó en el año 1942 en Vassar College, Nueva York, que era la universidad femenina más elitista de Estados Unidos. Fue alumna suya Jacqueline Kennedy. Allí trabajó con Pilar de Madariaga", resume Carmen Losada.

Si bien Sofía Novoa no trabajó como pianista en Estados Unidos sí grabó discos de pizarra con canciones tradicionales españolas, seguramente, para sus alumnas de español. En el Vassar College impartió clases hasta su jubilación en 1967 cuando decidió regresar a España ubicando su domicilio en Madrid y visitando Vigo en los veranos hasta su fallecimiento en 1987. Sus restos descansan en el panteón familiar en Cangas do Morrazo, ya que su padre procedía de dicha villa pontevedresa.

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