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Adiós al poeta enamorado de Vigo

Carlos Oroza, autor de "Évame", no dejó de crear poemas ni en la cama, tras empeorar hace tres meses su estado de salud

Carlos Oroza, con su libro "Évame" // Marta G. Brea

La voz del poeta outsider ha quedado suspendida en el último verso. Infinita y más presente. Carlos Oroza, el poeta vigués nacido en Viveiro, uno de los mayores baluartes de la poesía en Galicia, murió el sábado en el hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo a los 93 años, que cumplió en mayo. Saben quienes estuvieron cerca que siguió con su vida habitual hasta hace tres meses, tras detectársele un cáncer en estado avanzado de desarrollo. Escribió hasta en la cama, estuvo consciente hasta el último momento y la poesía habitaba en su cabeza. "Es el fin de todas las cosas. Prefiero la vida y que la muerte me sorprenda cuando le dé la gana", aseguraba a FARO en una entrevista en 2009.

Hasta la fecha, Carlos Oroza caminaba por Vigo sin cesar, en la única compañía del verso, conjugándolo. Desde que un día "se le metió en el cuerpo" siendo niño. Y la poesía a Oroza, se lo exigió todo: "Es mi condena y mi salvación; un mal y su cura", afirmó entonces. Habiendo sido Oroza el verdadero underground, el gran poeta desconocido, el juglar que parecía resistir a todas las clasificaciones, quizás con su paseo eterno por la ciudad olívica huía del diccionario de las catalogaciones. "Todas las tardes paseo mi derrota por las calles de Vigo, alguna vez me paro en la orilla y espero algún barco", escribió.

Vigués distinguido

Oroza es el poeta oral. El editor Xabier Romero, que convivió en el día a día del poeta en los últimos tiempos, asegura que "su poesía era un viaje". "No era más que un solo poema que iba recorriendo su vida en diferentes etapas". Y si algo se consideraba era "anarquista". Ni patria, ni frontera, repetía -según recuerda Romero-. Fue un gran observador y enamorado de Galicia y de Vigo, ciudad de cuya luz se enamoró y donde será enterrado hoy a las 18.00 horas, en el cementerio de Pereiró. Además de su obra, deja a una hija, la poeta, escritora, actriz y performer Marina Oroza y a una hermana, que reside en su localidad natal.

Hace dos años fue nombrado Vigués Distinguido, y en octubre pasado la corporación de Vigo acordó realizar un homenaje a su figura y dar su nombre a una calle en el centro de la ciudad.

Carlos Oroza nació en Viveiro en 1933 y tuvo una ligazón profunda con Galicia, aunque escribió en castellano. Fue Premio Beat y Premio internacional de Poesía Underground y recitó dentro y fuera de España. Fue absolutamente austero: no bebía alcohol, comía poco y era un gran fumador. Su frase "nunca tuvimos tanto y nunca tuvimos tan poco", aproxima a su filosofía. Muy celoso de su vida personal y de sus datos biográficos, el poeta vivió en Madrid entre los años 40 y 70. Allí logró ser conocido por sus "excelentes recitales". "Es aquí donde construye el núcleo de su obra: un extenso poema oral. La elaboración y el ajuste de su poesía dependieron de su oralidad radical. Nunca necesitó escribir para recordar, incluso manifestó en múltiples ocasiones que no necesitaba publicar", señaló ayer la Fundación Uxío Novoneyra. También residió una temporada en Ibiza. Después regresó y se instaló en Vigo, hasta la actualidad.

El escritor Xosé Luis Méndez Ferrín coincidió con Carlos Oroza -y lo conoció- en aquel Madrid literario de los años sesenta y del café Gijón en el que Francisco Umbral lo citó como "poeta maldito", aunque el literato gallego no coincide en esa calificación. Ferrín vivió el inicio de su profunda relación con Cangas, antes que Vigo, y también O Courel en los años 70 motivado por la amistad que mantuvo Oroza con el poeta Uxío Novoneyra. "En 1965-66, cuando Oroza vivía en Madrid estuvo en la casa de los padres del escritor Bernardino Graña en Cangas", revela. También, que Uxío Novoneyra llevaba una sección un programa de TVE y lo introdujo en ese mundo. "Luego le gustó tanto Vigo que decidió vivir aquí la última etapa de su vida". "Aunque no escribió en gallego fue un hombre totalmente identificado con el país", concluye Ferrín.

Precisamente, en 1974 Carlos Oroza publica, alentado por el poeta Uxío Novoneyra, el Elencar, en la editorial madrileña Tres.Catorce.Diecisiete. Escribió también Cabalum y En el norte hay un mar que es más alto que el cielo -poco más de cien páginas de versos concentrados-. Otro de sus libros fue "La llama prestada" y Un sentimiento ingrávido recorre el ambiente. Ya en 2012 la editorial Elvira publica su antología poética en Vigo, Évame, dedicándole ediciones especiales a sus versos. Hay quien dice que en el sótano del Café Gijón también hay un poema suyo escrito a mano. El artista Nelson Villalobos, que participó en la publicación de Évame, define a Oroza como un "ave en extinción". Y parafraseando uno de sus versos, dice "En el norte hay un Oroza que es más alto que el cielo".

"Dejad que el trigo crezca en las fronteras, porque una flor no puede ser hermosa si no dejáis que el trigo crezca en las fronteras"

Carlos Oroza

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