Antón Reixa habla solo y, de esos monólogos, parte su poesía. La inspiración arrancó un día de 1974 ante un escaparate en Glasgow. Este "ghicho distinto", que se emociona con la "poesía urbana" de Vetusta Morla y Extremoduro, tiene nuevo poemario,Algo raro pasa raro, con ilustraciones de Juan Ugalde. En él, convierte en verso el caso Asunta, Lampedusa o su amor. La nueva obra lapresentará en Librouro, Vigo, el 9 de diciembre.

"Para mí, la poesía es poner orden en el caos; poner palabras al desconcierto que habitamos", señala para añadir -sobre los recientes atentados en París- que "creer que la violencia y el odio pueden transformar la realidad es un pensamiento inútil que solo provoca sufrimiento y augura una sociedad que nadie puede desear".

-¿Crea para generar emociones o para quedar aliviado?

-No (rotundo y alargando la o) nunca se queda lo suficientemente aliviado. Mentalmente, lo que busco es compartir emociones. Soy un habitante irredento de la melancolía. Creo que es el estado más sabio de la naturaleza humana. Por eso, me gusta poner palabras a mis emociones y ponerlas a disposición de los demás. Igual hay algo de exhibicionismo.

-Emocionar, sí; pero a veces su poesía resulta irreverente.

-Mi forma de trabajar usa cosas de la lengua oral, que aparecen dispersas en la información o en otros registros lingüísticos pero, como antropológicamente, soy un patriota de la ironía, muchas veces le doy un toque de irreverencia a los poemas.

-Fernández Mallo ,en el prólogo, habla de sus muchos yos.

- Tengo una naturaleza dispersa y mucha curiosidad por lo que me rodea. Eso me llevó muchos años a trabajar en el cine, la televisión, la música... Sin embargo, entiendo que lo más genuino en mí, aunque es lo que menos se divulga, es mi trabajo de poeta. Es la única actividad constante en mi vida.

-¿Y es la más libre?

- Es en la que me siento, curiosamente, más desamparado y más protegido. La poesía es simplemente uno mismo frente al folio en blanco. Hay cierta libertad pero produce un cierto desamparo porque soy el único responsable de los poemas.

- Su verso "Muere una china adoptada por una pareja de Galicia" puede ser polémico.

- No, simplemente es una constatación de cómo uno percibe el paso del tiempo. El poema está escrito el mismo día en el que se produjeron los hechos. Nadie sospechaba que los principales acusados podrían ser los padres. Más allá de sensacionalismos, estas noticias me provocan perplejidad, que es lo que quiero mostrar.

-El libro arranca con foto de montañas y el número 8.000. ¿Es un montañero frustrado?

-Calculé las horas de un año y son 8.000. A mí, el paso del tiempo, me da un pavor terrible y lo comparé con cómo los alpinistas miden sus hazañas, contabilizando las cumbres de 8.000 metros alcanzadas. Yo soy un alpinista del tiempo.

- ¿Está satisfecho con sus 8.000 coronados?

- No, siempre caigo rebotado al campamento base (risas). Me llama la atención en la vida la capacidad de esfuerzo que tenemos o no, la voluntad para levantarse todos los días y construir ilusiones más esperanzas. Quería simbolizar el camino del esfuerzo con esos 8.000.

- ¿Lo sufrido con la Sociedad General de Autores (SGAE) le requirió un esfuerzo adicional para poder seguir adelante?

- Lo de la SGAE fue muy desagradable para mí. Yo sigo preocupado por la sostenibilidad de la industria cultural pero la SGAE es el lugar menos interesante para defende eso. Estoy convencido de que la SGAE es un obstáculo para que el concepto más auténtico de propiedad intelectual se difunda entre la ciudadanía.