Francia decreta un minuto de silencio nacional. La plaza de la Sorbona acoge a un gran número de estudiantes junto al presidente del país François Hollande, su primer ministro Manuel Valls y la alcaldesa de la capital Anne Hidalgo, del mismo modo que lo hace la Asamblea Nacional o el Senado y sin olvidar las zonas cercanas al Bataclan o la plaza de la República, símbolos indiscutibles de la tristeza y de la resistencia estos últimos días.
Son las 11.50 de la mañana y el sonido de las campanas de la catedral de Notre Dame retumba en todo el centro de París. Los militares recorren con sus metralletas en mano la plaza mientras que un pequeño yorkshire espanta a un grupo de palomas y Notre Dame observa un día más la cola que se hace para visitarla; la vida sigue en París. Dulcemente las campanas comienzan a mitigar su ritmo mientras que cada vez más y más personas se detienen ante la imponente fachada de la catedral gótica.
Es la hora, son las doce de la mañana cuando las campanas se detienen, el transporte público se congela y las sirenas de policía desaparecen. El silencio hace acto absoluto de presencia y regala un minuto de calma a la capital francesa, tan solo interrumpido por algunos suspiros y el tímido sonido del obturador de las cámaras fotográficas que capturan la emotiva escena.
Tras algo más de un minuto y medio de calma las sirenas vuelven a sonar al mismo tiempo que el tráfico comienza funcionar de nuevo. La plaza se dispersa silenciosamente mientras se escuchan las explicaciones de los numerosos guías acompañados de decenas de turistas, que pese a los duros momentos no dudan en hacerse una foto junto al importante monumento.
París retoma su ritmo de vida y la torre Eiffel, símbolo por excelencia de la ciudad, despierta de su oscuro luto de tres días iluminando en tres colores, azul, blanco y rojo, los Campos de Marte y Trocadero. La ciudad de la luz va venciendo poco a poco a la oscuridad.
*Fotógrafa de 22 años, estudiante en París
