Ya antes de 1605, según contó ayer Teo Palacios, hubo críticas feroces, no tanto contra el Duque como contra sus ministros y allegados, que eran los que copaban los puestos de responsabilidad. Y es que no fue solo él quien se enriqueció en aquella época. Hubo muchos otros ministros que se hicieron de oro. Famoso fue el caso de Rodrigo Calderón, que comenzó como secretario del duque, se convirtió en Secretario Real y uno de los hombres más poderosos del imperio y terminó su vida ajusticiado. Otro de los corruptos fue Pedro Franqueza y su más íntimo colaborador, el conde de Villalonga. Ambos fueron durante años los máximos responsables de la Hacienda Real. Entonces el Duque se vio obligado a retirarles su apoyo. Y detenerlos. Las acusaciones contra cada uno de ellos eran más de quinientas".

De 77 sólo tres

Además, hay algo que suele pasarse por alto cuando se estudia este tema en la época de Felipe III, y es que la corrupción ya era común antes de que heredara el trono. De hecho, en 1596 se realizó una investigación en el Consejo de Hacienda. Se investigó a 77 responsables y solo tres de ellos fueron declarados inocentes de cargos como aceptar regalos, realizar nombramientos de familiares o comprar y vender oficios ".

"Y como suele pasar -dijo-, los que pagaron los platos rotos de toda esa corrupción, de todos esos abusos monetarios, de todas esas guerras entre poderosos, fueron las clases más bajas. Hubo graves hambrunas, y la peste asoló los pueblos. Y los impuestos asfixiaban a todo el mundo. Se llegó incluso a pedir que se recogiera toda la plata de los reinos, incluso la de las iglesias, como un impuesto especial. Y se armó tal escándalo que la orden tuvo que ser revocada.