Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Almudena Grandes: "Me gusta más este país de resistentes pobres que la España hortera de antes"

"No hay otra solución que rebelarse, si no estamos perdidos"

Almudena Grandes. // Efe

Haber visto besar el pan que cae al suelo marca una distancia generacional en España. Supone también una diferencia a la hora de afrontar la pobreza: vivirla sin vergüenza y con esperanza, como hicieron los abuelos de hoy en su posguerra, o sobrellevarla humillados. Es la tesis sobre la que Grandes vertebra "Los besos en el pan", novela coral sobre la crisis actual, "una guerra, en realidad, que hemos perdido".

-¿La verdadera marca España es la pobreza?

-Es una de las marcas España. ¿Sabe? Desde la posguerra hasta el destape, el tema de todas las películas españolas es la pobreza.

-Se nota en la novela, porque la trama coral y el principio con una voz en off que sitúa la historia recuerda al cine neorrealista. ¿Ha escrito un "Plácido" de 2015?

-Ojalá, porque es una obra maestra. Aunque es otra época y otra literatura, es un libro que se acerca por su intención a la novela social, que emparenta con el cine neorrealista, que no se agota en Berlanga y Bardem. Por eso el principio es decir al lector qué vamos a ver, la vida de un barrio.

-Y la tesis es que más que arruinados, los españoles de hoy estamos perdidos...

-Atontados y perdidos. Se llama Los besos en el pan porque es una reivindicación consciente de la cultura de la pobreza con dignidad. Para los españoles ser pobre no debería ser una novedad porque siempre lo hemos sido. Sin embargo, no era algo vergonzoso, humillante ni paralizante; no excluía la alegría, la esperanza ni la ilusión. La vida era eso.

-¿Y ya no lo es?

-No. Se heredaba la pobreza, sí, pero también una dignidad y serenidad que ahora no hay, porque este país se ha convertido en los últimos veinte años en un país de nuevos ricos, consumista, muy desagradable, insolidario y hortera, en el que todo era cambiar de móvil y de coche. La situación actual es más dura porque hemos perdido esa cultura, ya no tenemos el patrimonio del ejemplo de los abuelos.

-¿Esta España de resistentes pobres y derrotados le gusta más que la España hortera de hace pocos años?

-Mucho más. No creo que en la pobreza esté el futuro, porque es cínico y es mentira, pero el país que hemos vuelto a ser tiene muchas cosas que me conmueven a diario, mientras que en la España espantosa del pelotazo no me conmovía nada.

-¿El libro es una llamada a la rebelión, a no ser dóciles?

-No hay otra solución. Si seguimos pensando que lo único que hay que hacer es esperar y aguantar a que nos recorten el sueldo otra vez y que pasado mañana volveremos a comprar un smartphone de última generación estamos perdidos. La solución de este país es mirar hacia atrás y recuperar la capacidad de plantarse de los mayores.

-¿Si tuviera 18 años, estaría preparando cócteles molotov?

-Pues quizá sí. Lo que pasa es que cuando tenía 18 no hacían falta los cócteles molotov, porque había un movimiento político articulado que parecía que podía influir en el poder. Eso ha desaparecido. Los jóvenes de hoy, cuando se acaban las asambleas del 15M, terminan pensando en los cócteles molotov.

-¿La salida política del 15M no era Podemos?

-Para muchos sí, pero provocar pasiones desde la tibieza es difícil.

-Lo dice por lo no de no ser de derechas ni de izquierdas.

-Sí. Con ese discurso de que las ideas no sirven para llegar al poder pueden conseguir el voto de mucha gente que no tiene 18 años, pero a estos no los van a atraer.

-¿Y a usted no le tienta la política? Ofertas ha tenido...

-Sí, pero es que escribo novelas muy largas? Lo que me gusta es levantarme, ponerme las zapatillas y quedarme escribiendo todo el día. No me tienta la política porque me gusta mucho mi oficio y es un despilfarro abandonar algo que te gusta. Además, lo que pueda hacer en mis libros tiene más valor.

Compartir el artículo

stats