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Mabel Lozano: "La demanda causa que cada vez capten más niñas para la trata"

"Somos laxos porque no son nuestras mujeres"

Mabel Lozano, ayer, en A Laxe. // Ricardo Grobas

En todos sus trabajos como cineasta ha retratado realidades duras con la mujer como protagonista, pero el de la trata es el más frecuente. Activista tras la cámara, pero también "como mujer, madre y ser humano", habla sin paliativos de un drama que ha llegado a conocer tan bien que sus proyectos son utilizados para formar a policías, fiscales y abogados o para prevenir casos. Ayer presentó su último documental en Vigo.

-El tema de la trata, recurrente en sus trabajos, también fue su origen. ¿Cómo?

-Por Irina, una chica rusa que vino de vacaciones con su novio y esta la vendió en un club. No hablo de una película, es un caso concreto que me contó una monja. Hace diez años, esto era desconocido y pensé que se le estaba yendo la pinza. Me propuso conocerlo y así entré y así nunca he salido de la vida de la monja, de la vida de Irina y del activismo en contra de la trata.

- ¿Desde qué punto de vista trata el tema de la trata en "Chicas nuevas 24 horas"?

-Es mi quinto largometraje documental y completa la trilogía contra la trata. En "Voces contra la trata de mujeres" [el primero] el foco estaba puesto en las víctimas de explotación en nuestro país. Con el corto "Escúchame" abordé la corresponsabilidad del cliente y que es un delito que se rige solo por la ley de la oferta y la demanda. "Chicas nuevas 24 horas" habla de lo lucrativo que es la compra y venta de seres humanos. El tercer negocio ilícito que más dinero genera en el mundo, tras el tráfico de armas y el de drogas. Aquí, la materia prima tiene rostro de mujer y de niña.

-¿Qué cifras arroja este negocio en España?

-Son la punta del iceberg, porque denuncian una minoría. La Policía Nacional cifró el negocio en España en cinco millones de euros cada día. Hay 1.900 clubes de alterne, montones de saunas, se ejerce en la calle? Es un mercado que se nutre de mujeres y de niñas pobres, inmigrantes, que vienen engañadas. España se está volviendo el puticlub de Europa.

-¿Qué porcentaje de la prostitución puede ser la explotación?

-El antiguo ministerio de igualdad estimó un 80%. No toda la prostitución es trata, pero sí un porcentaje muy alto y la trata sin prostitución no podría sobrevivir. Hablamos de esclavitud. Somos laxos porque no son nuestras mujeres, pero nos afecta muchísimo porque la demanda de nuestros hombres obliga a que cada vez se capten más niñas. Somos el tercer país en consumo de sexo de pago. De lo que están desnudas estas mujeres es de derechos. Le han robado su vida y su dignidad. ¿Por qué ocurre? Es un negocio muy grande: 32.000 millones de dólares al año. Se lucra mucha gente, desde el que la capta, al que la transporta, el que la explota, el que la publicita, los clubes, los alcoholes, lencerías? Todo el mundo saca partido.

Llama la atención que los propios familiares las introduzcan

-No los quiero disculpar, pero son zonas muy pobres, donde las familias tienen ocho y diez hijos. La prioridad es comer y con 14 años tienes la obligación de ayudar. Los padres no preguntan. Esa desafección es una base de la trata y, con esa edad, eres carne de cañón para los dueños de vidas ajenas.

-¿Qué medidas habría que implantar?

-Prevención en origen, dando oportunidades reales a estas mujeres e ir a las zonas más vulnerables donde están siendo captadas para enseñarles lo que está pasando, porque ellas casi nunca pueden volver, por el estigma y los prejuicios.

-¿Y en nuestro país?

-Educar, visibilizar y sensibilizar. Se ha hablado poco y mal de sexo y hay muchos tópicos. Decirles que detrás de esa sonrisa de carmín, en muchos casos, hay un drama humano y están siendo cómplices y generando que se capte a una nueva mujer para renovar.

-¿Y legislar?

-Por supuesto, la trata está en el código penal, pero no el proxenetismo. Tiene que haber más mano dura y una legislación de prostitución igual en toda Europa

-¿Se está convirtiendo España en origen?

-En el documental hablamos de la red que se destapó en Murcia. Hay ese foco, pero hoy por hoy, no somos país de origen, a pesar de la crisis. Pero da igual de qué países vengan, son nuestras víctimas.

-¿Cómo consiguen esos testimonios en los documentales? ¿No corre riesgo su seguridad?

-Es lo más difícil. Se llega haciéndolo siempre con mucho respeto, seriedad y rigor y sin hacer pornografía del sufrimiento humano. Tenemos cuatro testimonios reales que hablan a cámara. Todas corren muchos riesgos por su vida y también, prejuicios y estigma. Están porque entienden que lo que más perjudica a la trata es la invisibilidad. No sientes simpatía por quien no ves.

-Está obteniendo muchos reconocimientos con él.

-Ahora el premio Signis, de Bolivia, pero lo que de verdad es importante, por su movimiento transformador, es que lo estrenamos en la Cámara de los diputados de Paraguay y dijeron que era un documental de interés nacional social y cultural. Lo doblamos al guaraní y llegará a mil colegios e institutos de las zonas donde son captadas las niñas.

-¿Irina logró salir?

-Salió, se casó, tiene una hija, colabora con una asociación como mediadora en ruso para ayudar a otras mujeres, porque salió muy enganchada a la cocaína, porque el consumo de drogas y alcohol es otro modo de coacción.

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