Desde que se confirmó que la sanitaria gallega Teresa Romero era la primera contagiada por ébola fuera de África a principios de octubre de 2014 se han activado entre cincuenta y sesenta alertas sanitarias por casos sospechosos que finalmente no tuvieron consecuencias. La cifra más alta la facilitaban ayer por la mañana el subdirector xeral de Saúde Pública de la Xunta y el jefe de Medicina Preventiva del Chuvi para argumentar su tranquilidad e insistir en que el riesgo de contagio en Galicia "era mínimo". Horas después el propio ministro de Sanidad rebajaba ligeramente el dato con un total de 51 casos sospechosos en los últimos doce meses en todo el territorio nacional que finalmente fueron descartados como ébola. La mayoría de las veces se confundieron con ébola síntomas que eran de malaria, como parece que se trata en esta ocasión, o alguna enfermedad tropical o virus traído por personas que viajaron a algún país de riesgo.

Otro de los datos que invitaban al optimismo en esta primera alerta gallega es que según informó el Sergas, la epidemia empieza a remitir a nivel global y "en toda Guinea solo se detectaron tres casos en la última semana" frente a los centenares a los que se enfrentaban hace medio año. Todo indicaba que las opciones eran mínimas, pero el nerviosismo entre el personal del Meixoeiro estaba justificado teniendo en cuenta que nunca se había puesto a prueba la unidad de aislamiento.

Los únicos casos de ébola confirmados en España son el de Teresa Romero, que formó parte del equipo que atendió al misionero Manuel García Viejo, fallecido en septiembre. Y un mes antes, en agosto, el sacerdote Miguel Pajares que moría a los cinco días de ser repatriado desde Liberia.