Leonardo Padura (La Habana, 1955) está esperanzado con el acercamiento entre Estados Unidos y Cuba, una ilusión a la que se aferran muchos cubanos que esperan un cambio económico y social que mejore su realidad diaria, la misma con la que el premio "Princesa de Asturias" de las Letras ha construido un universo literario a cuyo crecimiento también ha contribuido la "Semana Negra" de Gijón en la que participa desde hace años.

-¿Cómo se siente?

-Muy bien. Muy contento, muy feliz. Muy emocionado, casi no me creo lo que me está pasando.

-¿Se podía imaginar aquel estudiante de literatura en la Universidad de La Habana que cuarenta años después estaría entre los grandes?

-Ni imaginarlo. A mí me han pasado cosas en mi vida que ni siquiera podían estar en los sueños más delirantes. Estoy muy satisfecho de todo esto que ha sido el resultado del trabajo, porque en estos cuarenta años he trabajado muchísimo y creo que la recompensa está llegando.

-Detrás de ese trabajo está siempre la realidad cubana, embrión de toda su literatura.

-Tiene razón. Mi literatura está muy relacionada con la cultura, la vida, la sociedad, la espiritualidad cubana. Soy un escritor cubano, ese es mi sustrato y tengo un muy fuerte sentido de pertenencia a la cultura y a la vida cubana.

-¿El premio "Café Gijón" fue importante en su trayectoria literaria?

-Muy importante. Primero porque fue un alivio económico en un momento en el que, como decimos en Cuba, yo estaba en la inopia. Había dejado mi trabajo en la revista, tenía muy poco dinero. Había decidido que iba a vivir de la literatura y no sabía cómo, cuando llegó el premio "Café Gijón" con dos millones de pesetas de aquella época, que era en Cuba muchísimo dinero.

-Y conoció a Beatriz de Moura, la editora de Tusquets.

-Sí. Le llegó mi novela, me llamó y comenzamos una relación de trabajo de veinte años que ha sido fundamental en mi desarrollo como escritor.

-¿Para usted, De Moura fue la Carmen Balcells de Vargas Llosa y García Márquez?

-Para ellos, Balcells fue el vehículo para que se concretara lo que ya eran. En mi formación, la presencia de Beatriz de Moura ha sido importantísima, ella y todo el equipo de Tusquets. Yo era un escritor cubano viviendo en Cuba, sin posibilidades de tener acceso a editoriales y, de pronto, está la posibilidad de publicar nada menos que en Tusquets. A partir de ahí se abrieron otros mercados. Han sido unos editores muy cuidadosos y responsables en el propio proceso de creación de mis libros, cada novela que escribo la discuto con ellos para que sea el mejor libro que yo sea capaz de escribir.

-¿En qué está trabajando ahora?

-Estoy en el principio de una novela que he tenido que interrumpir porque todo este terremoto del premio "Princesa de Asturias" me ha ocupado mucho tiempo y porque hemos estado trabajando bastante, mi esposa y yo, en los guiones de la película.

-¿Será una novela negra o, como ha dicho en alguna ocasión, girará más hacia lo social?

-Será una novela negra-social, va a tener las dos cosas, aunque el peso de lo social sigue creciendo en mis libros. Mis novelas policiacas cada vez lo son menos si bien nunca fueron especialmente policiacas. Dije en alguna ocasión que a mí con un muerto me bastaba para escribir una novela porque lo que me interesa son otros elementos que ocurren alrededor de esa historia y que provocan un desequilibrio social. Esta narración parte de un acto criminal que me va a servir para hablar de ciertos orígenes de la cultura cubana y de ciertos problemas actuales de esa sociedad.

-"Regreso a Ítaca", la película de la que es guionista, es un retrato doloroso del exilio, pero también de la permanencia. ¿Refleja el sentir de su generación?

-Mi generación ha sufrido el drama del exilio, que ha estado presente en toda la historia cubana. Esta película está inspirada en un episodio de "La novela de mi vida" donde hago un recorrido desde el siglo XIX hasta finales del XX por algunas esencias de la sociedad cubana y el exilio. Trato de representar lo que ha significado el paso de los años para esta generación que vivió ese drama. El cubano tiene un fuerte sentido de pertenencia, hasta el punto que trata de reproducir, muchas veces de una manera obsesiva, casi enfermiza, su cultura, su modo de vida en otras latitudes. Esta película está hecha desde ese sentido de pertenencia a lo cubano y yo creo que la clave está en la última frase que se dice, cuando el personaje que ha regresado, Amadeo, afirma "he vuelto a mi casa", ni siquiera habla de país, ni de patria, habla de "mi casa" que es algo mucho más interior, mucho más profundo.

-¿Han cambiado las cosas en Cuba tras el restablecimiento de relaciones con EE UU?

-Todavía no hay un cambio ni económico ni social visible. Hasta ahora ha sido un movimiento político con resultados diplomáticos. A partir de ahora comenzará un camino que podrá tener mayor o menor incidencia en la vida práctica de los cubanos. Aún está pendiente el asunto del embargo, que impide a muchas compañías norteamericanas comerciar con Cuba, impide a los ciudadanos estadounidenses viajar libremente a la isla. Todo eso se va a ir desmontando poco a poco y va a permitir una normalización progresiva de esa relación. En cualquier caso, que la tensión haya descendido es una ganancia. Mi generación vivió desde niños en un país en el parecía que al día siguiente empezaba la tercera guerra mundial, en el año 1962 estuvo a punto de empezar. No era un mito, era una posibilidad, y de pronto parece probable que Cuba y EE UU restablezcan relaciones. Mi madre me confesó el pasado diciembre que siempre pensó que ella en vida no lo vería. Mi madre tiene 87 años yo, que tengo 60, también pensé que en vida no lo vería. Por eso creo que hay ser optimista y esperar a que tenga resultados positivos.

-¿Qué es lo peor y lo mejor de la herencia de la revolución castrista?

-Lo peor fue adoptar, desde mi punto de vista, que no soy economista, un sistema económico que no funcionó en ningún país y por eso se está tratando de cambiarlo. Creo que lo mejor ha sido el nivel intelectual, educativo, de capacidad humana que los cubanos han ganado en estos años. Mi generación fue muy beneficiada con un acceso masivo a la universidad, gentes que nunca pensaron que podrían llegar a tener estudios universitarios los tuvieron. Esa sensación de que podías acceder a un conocimiento, a una preparación fue muy importante. Que no hayamos podido utilizarlos después de la mejor manera es otra historia, por eso algunos se han ido del país. Ahora mismo hay muchos jóvenes que están emigrando porque no encuentran un espacio.

-¿Mario Conde va a seguir presente en su literatura?

-Mario Conde va a estar el viernes conmigo en el teatro Campoamor y va a seguir escribiendo novelas conmigo.

-Amara Portuondo y la orquesta Buenavista Social Club tocaron la pasada semana en la Casa Blanca. ¿Cómo lo valora?

-Hay que ser dialéctico en todos los sentidos de la vida y es maravilloso que eso haya ocurrido. Me parece un sueño que Mick Jagger haya estado en La Habana conversando para que los Rolling hagan un concierto en Cuba porque cuando éramos jóvenes nos dijeron que la música de los Rolling, Beatles y Creedence era la música del enemigo. Bienvenido el enemigo si se llama Mick Jagger y si Rolling Stones y tocan en el estadio de La Habana.