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Día Mundial contra el Cáncer de Mama

El desamparo del cáncer

Tres pacientes oncológicas narran cómo plantan cara al cáncer de mama y a la desprotección social y económica, y reivindican más empatía con los enfermos graves

El desamparo del cáncer

Con motivo de la celebración del Día Mundial del Cáncer de Mama, los líderes de los principales partidos políticos han publicado en sus cuentas personales de Twitter mensajes de apoyo a las enfermas con cáncer de mama y a sus familiares. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy; la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y el ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, han expresado su apoyo a estas pacientes y les han dado ánimos para afrontar la enfermedad. También el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha lanzado un mensaje de apoyo y ha abogado por la "mejora continua" de la atención sanitaria. Pero lo cierto es que muchas de estas enfermas, lejos de sentirse arropadas, se sienten desamparadas económica y socialmente.

El cineasta pontevedrés Mario Iglesias lo refleja en el cortometraje "Ir a ninguna parte", promovido por la abogada viguesa Beatriz Figueroa para reactivar su campaña de recogida de firmas en Change.org para la reforma de la ley para que los enfermos oncológicos tengan mayor protección económica y social durante su tratamiento y recuperación. Esta propuesta ya llegó hasta el Congreso de los Diputados, aunque fue tumbada en su día por los votos del PP.

El cortometraje muestra a una mujer (María Salgueiro) que recorre, apenas sin fuerzas, la distancia que separa su casa de la oficina de la Seguridad Social, para encontrarse frente a frente con la indiferencia de la Administración. Tres de las figurantes de este corto muestran que la realidad es, si cabe, más cruda.

María José Alonso, de 38 años, madre de dos niños pequeños, fue diagnosticada de cáncer en 2013, cuando el menor tenía 8 meses. En ese momento, le quedaban dos semanas para acabar el paro, pero cuando le comunicaron la noticia, su mayor preocupación era cómo iba a cuidar de dos niños pequeños. "Tuve que tirar de guardería por las mañanas para poder ir a quimio y radioterapia, y de mis padres", afirma esta viguesa, que al peso de la propia enfermedad tuvo que sumar la de la indiferencia administrativa, denuncia. María José no percibe ningún tipo de ayuda en estos momentos, ya que según el tribunal médico no cumple los requisitos para que se le conceda la incapacidad. "No tienen en cuenta las secuelas de la enfermedad. Solo ven que del cáncer estás bien, pero hay días en que no puedo con el alma, aunque esto no parece importarle a nadie. Estamos perdiendo la humanidad", afirma esta paciente, que aún así, está buscando empleo. "Si no nos dan la incapacidad porque según ellos podemos trabajar, que aprueben medidas para que los trabajo puedan adecuarse a nuestra situación actual porque puede que no podamos trabajar 8 horas seguidas, pero sí hacer una jornada reducida", explica.

No tener reconocida la incapacidad supone también que el enfermo de cáncer tiene que hacer frente al 40% del coste del tratamiento, lo que agrava aún más situaciones ya de por sí muy precarias. A Carmen Rodríguez, de 56 años, el cáncer también le sorprendió en paro, tras más de 20 años trabajando para la misma empresa, que le avisó del despido por burofax. Carmen, madre de dos hijos -uno de ellos, de 21 años, aún vive con el matrimonio-, lleva en paro ya cuatro años y no percibe ninguna prestación desde hace dos. Como en el caso de María José, el tribunal médico considera que es apta para trabajar, aunque su oncólogo le insiste en que no haga esfuerzos físicos, como cargar peso. "Me han negado la incapacidad ya tres veces. Se contradicen entre ellos mismos. Llevo tiempo buscando empleo y mientras intento buscarme la vida, aunque la edad no ayuda. Y quiero trabajar porque quiero tener mi independencia personal, no depender de mi marido", afirma Carmen, que asegura que hacer frente a una hipoteca y a los gastos diarios con un único sueldo es casi una hazaña.

Laura Carbalo es fisioterapeuta por cuenta propia. Nunca ha dejado de pagar autónomos, ni siquiera durante los ocho meses que estuvo de baja. Nadie le informó de que tenía esa posibilidad. "El alta lo pedí yo porque mi sueldo era el único que entraba en casa, ya que mi marido entonces estaba en paro. Es muy triste decirlo, pero había días en que no tenía ni para comprar un cartón de leche para mi nieto", explica. Ahora, atiende a sus clientes según cómo se encuentra. Hay días que no puede abrir su centro de terapia. La extirpación de los ganglios linfáticos le provoca dolor y rigidez en el brazo izquierdo, por lo que trabaja con el otro brazo, que termina sobrecargado, al igual que su cuello y espalda. También los efectos secundarios de la terapia hormonal la limitan, como a muchas otras pacientes con cáncer. A pesar de ello, su incapacidad es solo del 8% y cobra una ayuda de 595 euros al mes, con la que tiene que pagar el alquiler del local, el impuesto de autónomos y casi la mitad de su tratamiento. "Nunca lloré por la enfermedad, pero sí porque no sabía si podría pagar la hipoteca", afirma.

María José Alonso - Desempleada, 38 años

"A nadie le importa cómo te sientes. Hemos perdido la humanidad"

Carmen Rodríguez - Desempleada, 56 años

"Yo quiero trabajar porque no quiero depender de nadie"

Laura Carballo - Fisioterapeuta, 55 años

"Había días en que no tenía ni para un cartón de leche para mi nieto"

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