Los egipcios, comentó José Miguel Parra, "padecían hambrunas y anemias; estaban llenos de parásitos y comían pocas proteínas, ingerían sobre todo verduras. Además, se quedaban ciegos con facilidad. La edad media de la muerte se situaba en torno a los 35 años". Ante esta vida bastante dura, tenían la idea de un más allá completamente ideal.

Parte de lo que sabemos de la vida diaria de los egipcios se debe a los hallazgos en las "ciudades provisionales" en las que vivían los trabajadores de las pirámides. Según explicó el historiador en el coloquio, lo más probable es que estos operarios trabajaran nueve días seguidos y que el décimo volvieran a su pueblo a descansar. Se han hallado listas de horas trabajadas y anotaciones en las que se hace constar que determinados empleados no trabajaron, por encontrarse enfermos o porque tuvieron que asistir a su mujer en el parto, por ejemplo.