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Armada: "La guerra en Bosnia me recordó a la española; fue como adentrarse en el túnel del tiempo"

El escritor destaca el episodio de un grupo de teatro que se jugó la vida para actúar en la contienda

Asistentes al coloquio de Club Faro, que participaron en un estrecho diálogo con el autor. // R. Grobas

Alguien definió la guerra como un fracaso multiorgánico de la sociedad, que entra en quiebra total. Pero, ¿cómo escribir de los horrores de un conflicto bélico? "Cuando tratas de escribir de una guerra, creo que la tarea fundamental del periodismo es ayudar al lector a ponerse en lugar del otro, llevarlo de la mano para que vea lo que tú viste. Con la voluntad de no ocultar la dureza de lo que supone, pero tampoco cargar las tintas". La respuesta a la complicada pregunta es del periodista y escritor Alfonso Armada (Vigo, 1958). Aunque él huye del calificativo "corresponsal de guerra", fue enviado especial en la guerra de los Balcanes -también en otros conflictos en África- y acaba de recuperar, casi 25 años después, sus crónicas de Bosnia, conflicto durante el que estuvo acompañado del fotoperiodista Gervasio Sánchez. Su libro "Sarajevo" recopila diarios íntimos y personales escritos en la guerra y un epílogo construido casi dos décadas después.

En la tarde de ayer, Armada se rodeó del arquitecto gallego César Portela y del músico Julián Hernández en el Club FARO para diseccionar la forma de relatar una situación extrema, cuando afloran las grandes miserias y bondades de la condición humana. "Donde se ve el hueso más profundo", en palabras del periodista y actual responsable del suplemento cultural de ABC. Y también, las tripas del conflicto. Por eso, por sus relatos de guerra circulan ciudadanos que vivieron el drama y desvelan su vida cotidiana.

"La guerra en Bosnia me recordó mucho a la guerra civil española, que yo por edad no viví, pero que conocí a través de testimonios, documentales y fotos. Cuando llegué a Sarajevo fue como si hubiera atravesado en un túnel del tiempo hasta la guerra civil o la segunda guerra mundial. Los bosnios, además, son muy parecidos físicamente a nosotros y el tipo de sociedad también, así que quizás es menos difícil ponerse en su lugar", prosiguió. De todos modos, "el desgarro es igual en todas las guerras fratricidas", explicó el escritor.

Presentado por el músico vigués Julián Hernández, este destacó que "detrás de aquella guerra había personas más culpables de las que portaban las armas" y también el "vital" relato que representan los diarios de Armada, "que no tomó partido" acerca de lo que él mismo definió como "el encefalograma de la locura", aunque sí hubiese culpables. El arquitecto César Portela decoró el coloquio con citas de Günter Grass o Gabriel García Márquez y empatizó con el terror de la guerra a través de un suceso vivido en carnes propias en Colombia, con un intento de secuestro, primero por las FARC y, luego, por grupos paramilitares. Para Alfonso Armada reservó otra cita de célebre periodista andaluz Manuel Chaves Nogales: "Contar y andar es la función del periodista. Y Armada pertenece a esa estirpe", aseveró. Con respecto al trabajo en Bosnia, destacó la importancia de "vivir y respirar el lugar".

Solo un día después de que el Premio Nobel de Literatura premiase el reporterismo profundo de la escritora bielorrusa Svetlana Alexiévich, que tardó diez años en construir el crisol de historias que brillan en "Voces de Chernobil", el libro de Armada aparece como otro ejemplo de periodismo con pausa, que busca historias que hacen ponerse en la piel de los protagonistas. Vidas anónimas.

Una mañana de agosto de 1992, el redactor jefe de Internacional de "El País" le encomendó a Alfonso Armada viajar a Sarajevo. Nunca había cubierto un conflicto bélico. "Sarajevo fue mi primera guerra y como el primer amor, no se olvida, aunque no sé si es lícita esta comparación", aseguró el escritor. "Lo primero que se me pasó por la mente fue la posibilidad de morir, una bala atravesando mi cabeza, el miedo... pero pudo más la curiosidad", reconoció gráficamente el periodista.

Luego de aterrizar en el territorio en conflicto, a Armada le impresionó "el coraje de la gente que se lavaba, a pesar de no haber agua corriente" y también un suceso propio de la teoría teatral de Bertolt Brecht. Tanto un grupo de teatro que "para alimentar el alma de la población acudió al escenario, jugándose la vida para representar la obra "El refugio", como al centenar de personas que desafiaron a los morteros, francotiradores y la lotería de las bombas para asistir al estreno mundial".

Armada, que cree que en la actualidad el periodismo está "deshumanizado," reconoce, tras cubrir conflictos en Ruanda o Somalia, "si te acercas mucho al dolor, te acaba impregnando".

Consultado por FARO sobre si cree que esa forma de hacer reporterismo de guerra ha tocado a su fin, afirma tajante que no. "Nos queda mucha guerra aún por contar y muchos horrores, tristemente".

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