Hacía casi un siglo -la anterior es de 1917- que el Prado no dedicaba una exposición monográfica a Luis de Morales (Alcántara, Cáceres, 1510/11-1586), apodado el Divino por su pintura exclusivamente religiosa, algo que, en opinión del director del Museo, Miguel Zugaza, dice mucho del lento discurrir en la investigación de un pintor "tan original como olvidado". En esta nueva mirada a Morales se han unido tres museos: el de Bellas Artes de Bilbao, el Nacional d'Art de Catalunya y el Prado. La exposición, que se abrió el pasado viernes al público, reúne sesenta obras, entre retablos y tablas devocionales -diecinueve de ellas del museo estatal- y está patrocinada por la Fundación BBVA.

Letizia Ruiz, jefa del departamento de pintura española del Renacimiento del Prado y comisaria de la muestra, reconstruye en el texto principal del catálogo editado con este motivo la vida y la carrera de un artista que define como un "virtuoso de la pintura, creador de una marca propia reconocible, que gozaba de una originalidad e intensidad propias". Y añade: "Ante un Morales, gusten o no los temas que trata en sus pinturas, hay siempre una gran belleza y una gran calidad".

Aunque las creaciones más representativas de Morales conocieron una amplia difusión porque el artista tenía un taller, en el que llegaron a trabajar dos de sus hijos y un yerno, y gran visión comercial, y deben sumarse a ellas las repeticiones realizadas por otros pintores y seguidores, la exposición reúne una estudiada selección de piezas que, según la comisaria, responde a verdaderos estándares de calidad y a una extraordinaria técnica pictórica.

Entre las diecinueve obras del Museo del Prado se incluyen "El Calvario" y "La Resurrección", donadas recientemente por Plácido Arango. El resto proceden de museos nacionales e internacionales, coleccionistas privados e instituciones religiosas, como la "Virgen del pajarito", de la parroquia San Agustín de Madrid; la "Virgen con el Niño" y "San Juanito", de la catedral Nueva de Salamanca, y el "Ecce Homo", del Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa, restaurado recientemente en el Prado.

También se cuelgan juntos dos "San Esteban" prácticamente iguales: uno de ellos, el mejor a juicio de los especialistas, es el del Museo de Bellas Artes de Asturias; el otro es del Prado. Se incluye, asimismo, una escultura de Alonso Berruguete del Museo Nacional de Escultura de Valladolid.

No hay demasiados datos biográficos de Luis de Morales. "Fue cognominado el Divino, así porque todo lo que pintó fueron cosas sagradas, como porque hizo cabezas de Cristo con tan gran primor y sutileza en los cabellos que al más curioso en el arte ocasiona a querer soplarlos para que se muevan, porque parece que tienen la misma sutileza que los naturales", escribió en el siglo XVIII el pintor y tratadista Antonio Palomino. Durante más de cincuenta años, Luis de Morales fue el pintor más prolífico e importante de Extremadura, donde realizó numerosos retablos y cuadros de altar, ampliando su producción a Portugal, especialmente a Évora y Elvas, ciudades cercanas a Badajoz. En esta ciudad se estableció en 1539, después de haber trabajado en Plasencia y sus alrededores, un territorio donde se entremezclaban artistas e influencias provenientes de Flandes y Castilla que explican una parte esencial de su pintura. Morales se casó con Leonor de Chaves y tuvo siete hijos.

La exposición se podrá visitar en el Prado hasta el 10 de enero del año que viene y después irá al Museo de Bellas Artes de Bilbao, donde permanecerá entre el 9 de febrero y el 16 de mayo de 2016, y al Nacional d'Art de Catalunya, entre el 16 de junio y el 25 de septiembre.