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Los sastres gallegos de los libros

Galicia se consolida en el mundo de la encuadernación artística al lograr el Premio Nacional y quedar finalistas otros dos talleres de la comunidad

Pablo Pino, en su taller de Vigo, junto a una de sus máquinas de estampar. // Jorge Santomé

En sus talleres reina un ambiente de paciencia y meticulosidad. Huele a pieles, a papel, a hierro y a madera. Sus jornadas laborales son de doce horas o más y no importa demasiado si es día de fiesta. Trabajan entre máquinas para rebajar el grosor de la piel, bisturíes, prensas, tijeras, reglas, cúter, infinidad de telas, repujadores para estampar motivos en relieve o en hueco... y, sobre todo, sus manos. Unas manos capaces de crear las más hermosas y exquisitas encuadernaciones que, con suerte, acariciarán coleccionistas, lucirán en las vitrinas de prestigiosas instituciones o bibliotecas. O simplemente disfrutarán los más exigentes amantes de los libros, por dentro y por fuera.

Los encuadernadores artísticos gallegos viven un momento dulce. Hace una semana las artesanas coruñesas María del Carmen Villalba y Rosa Fernández (Obradoiro Penumbra, en Betanzos) se alzaron con el Premio Nacional de Encuadernación, que entrega el Ministerio de Cultura. Pero además los vigueses Pablo Otero Pino (Encuadernaciones Pino, en Vigo) y Miguel Pérez (Retrincos Encuadernación, en Santiago) fueron finalistas. Los tres deslumbraron al jurado con sus originales y laboriosas interpretaciones de la novela de Juan Goytisolo "Señas de identidad". Ahora sus obras formarán parte de los valiosos fondos de la Biblioteca Nacional.

Cada uno de ellos tiene su propio estilo, que va desde el minimalismo al barroquismo. Clásicos o contemporáneos. Unas veces lo deciden ellos, otras lo hacen por encargo. Su propósito es vestir a las obras y convertirlas en objetos únicos.

El trabajo de estos "sastres" de los libros es largo y muy laborioso. En los casos de restauración, lavan cada pieza, les limpian los hongos e injertan fragmentos de la piel desprendida por el paso de los años con delicadeza de cirujano. En el caso de las obras contemporáneas, el proceso comienza en sus cabezas ideando el diseño que mejor se adapte a ese contenido y le aporte un nuevo valor. "Pero siempre respetando la funcionalidad; no debemos nunca olvidar que trabajamos con los libros y que tienen que poder abrirse y leerse bien", aclara Pablo Pino que, además, es profesor en la Escuela de Artes y Oficios de Vigo.

En 1995, los encuadernadores gallegos se unieron en la Asociación Galega de Encadernación de Arte (A.G.E.A), hoy desaparecida, pero gracias a ella consiguieron traer a Galicia a algunos de los grandes maestros de este arte, a los que todos agradecen sus aportaciones. Entre otros, Héléne Jolie, Ana Ruiz Larrea, Françoise Brindeau, Cristina Balbiano D'Aramengo, Martine Mélin, Juan A. Fdez Argenta, Florent Rousseau y Edgar Claes.

A partir de esa formación, algunos de los encuadernadores se han lanzado a desarrollar sus propias técnicas y a estudiar otras a través de las redes o contactando directamente con otros artesanos. ¿Cómo lo haces?, la misma pregunta que les hacen a ellos en otras ocasiones. Y es que vestir a un libro es un arte milenario con infinidad de posibilidades y que conserva una legión de apasionados amantes. Un oficio que, aseguran, no podrá hacer desaparecer ni el libro electrónico.

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