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Inocentes con manos sucias

Vibrante 'thriller' dirigido con brío y bien interpretado por Luis Tosar y Javier Gutiérrez

El actor gallego Luis Tosar, en una secuencia de "El desconocido".

Pocas frases hay tan odiosas como la de "esta película no parece española". Traducido: parece que la hayan hecho en Hollywood, olvidando que la mayor parte de los que nos llega de allí es de una mediocridad aplastante. Se dijo de "El Niño", de "Celda 211", de "La isla mínima", de "No habrá paz para los malvados"... (Dejemos fuera las que cuentan con repartos extranjeros y que apuestan directamente por el mercado internacional). O sea, que es una etiqueta aparentemente elogiosa que se suele aplicar a los "thrillers" y al terror, por aquello de que es donde se nota más que conseguir buenos efectos especiales ya está al alcance de muchos sin necesidad de presupuestos estratosféricos.

La variante española está en la incorporación de la denuncia social como motor de la trama. Es decir, no se trata solo de ponerle la piel de gallina al espectador o de mantenerlo en tensión, hay que acompañar al artefacto de cargas de profundidad contra alguna injusticia de mayor o menor actualidad. "El desconocido" apuesta, en plena crisis, por meter el dedo en la llaga de las preferentes, y lo hace convirtiendo a un culpable en víctima, objetivo de una venganza en forma de extorsión y que, en su drama, quizá encuentre una vía para la redención (lavarse las manos bajo la lluvia, metáfora elocuente).

En fin: que el espectador teme por el futuro de un personaje de origen odioso (bueno, sobre todo por el de sus hijos) generándose un mal cuerpo que pronto deja paso al frenesí de adrenalina que afronta Dani de la Torre con hechuras hollywoodienses pero aportando detalles personales que lo salvan de parecer un mero copista de fórmulas ajenas.

Sacar a colación las influencias evidentes que tiene "El desconocido" no vale la pena. La película no las esconde. Quedémonos, más allá de errores puntuales de guión que le restan credibilidad, de las dudas iniciales que provoca un punto de partida tan aparatoso y de cierto retintín sermoneador- con el ritmo endiablado de la narración, con el virtuosismo de las escenas de acción sacando el máximo partido posible al lloroso escenario coruñés, con la matizada interpretación del gallego Luis Tosar mostrando una evolución brutal en tiempo récord, con Javier Gutiérrez sacando petróleo de su personaje en otra exhibición de expresividad absoluta desde la sobriedad.

Quedémonos, en fin, con lo bueno de una película mejor que muchas de Hollywood sin avergonzarse de parecer y ser española.

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