La comedia francesa goza de buena salud a nivel comercial y, a veces, artístico. Y prueba de ello es que se estrenan bastantes películas de ese país y de ese género con resultados estimables en la taquilla de aquí. Las sillas musicales no es de las mejores pero tiene un nivel medio aceptable que debe mucho al encanto de Isabelle Carré y también a la inteligencia de una directora con sentido del ritmo (algo fundamental en una comedia) y voluntad de alejarse de los excesos cómicos y sentimentales concediendo gran importanci al realismo de las situaciones, sin pasarse de rosca para buscar risas. La pena es que el guión no da mucho de sí y desaprovecha ideas muy interesantes, pero el conjunto tiene suficiente interés como crónica urbana agridulce.