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Volar, un sueño hecho realidad

Libertad, tranquilidad y relajación son algunas de las sensaciones que proporciona elevarse en parapente

Parapentistas del Club Parapente Rotor. // FdV

¿Quién no se ha puesto una capa y ha simulado convertirse en Superman alguna vez? Porque volar ha sido siempre un sueño generalizado. Sin embargo, las fantasías de la infancia a veces se cumplen. Por eso, ahora más mayores, son muchos quienes sobrevuelan los cielos en parapente. Una forma distinta de volar a la que imaginábamos, pero, sin lugar a dudas, cien por cien real.

Libertad. Tranquilidad. Relajación. Estas son algunas de las sensaciones que proporciona esta actividad, pero no son las únicas y "nunca lo sabremos si no nos atrevemos a probarla", cuenta el director de la escuela del Club Parapente Rotor Joaquín Dávila, quien afirma que se trata de todo un "descubrimiento" ,ya que todo el mundo suele repetir la experiencia. "Te lo pueden contar, pero no tiene nada que ver con lo que sientes después. Es otra historia".

Este deporte, relacionado con el ala delta, paramotor o el paracaídas, es enseñado en la escuela del Club Parapente Rotor, que tiene su sede en Vigo. En ella, los participantes se trasladan a lugares como Baiona, Santa María de Oia, Bueu y Valença do Miño (Portugal), entre otros.

La altitud del vuelo en la costa está situada sobre los 200 metros por encima del relieve. "En zonas del interior, aprovechamos las corrientes térmicas para subir y ahí nos encontramos con techos de 3.000 metros y distancias de 90 kilómetros", puntualiza el monitor y añade:"En las zonas costeras, los vientos suelen ser más limpios, porque no hay obstáculos". Y es que en este deporte, el principal patrón es el viento pues "todo lo que hagamos depende de él".

Precisamente, cuando este fenómeno lo permite, la escuela ofrece una serie de clases teóricas y prácticas todos los días de verano. Los alumnos en su mayoría treintañeros realizan sus primeros vuelos en un parapente biplaza hasta que cojan la soltura necesaria. Además, siempre hay una persona que les ayuda en el despegue y el aterrizaje y, por si fuera poco, disponen de un "walkie-talkie"donde reciben las instrucciones oportunas. "A medida que van teniendo más experiencia, se les da menos órdenes. Por lo tanto, tienen más libertad. Pero siempre estamos pendientes", manifiesta el instructor.

Peligro a la vista

El parapente es una actividad de alto riesgo. Sin embargo, "el peligro está en nosotros mismos, no en el parapente", tal y como indica Dávila. Para evitar accidentes siempre se buscan las mejores condiciones de vuelo, es decir, sin vientos turbulentos. Pero, a pesar de las advertencias, muchas veces se arriesga más de lo que se debe y en zonas que no son las mejores. "No es que vayan a ocurrir cosas muy graves, pero si te pones a hacer tonterías y locuras, todo puede pasar", concluye.

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