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Sostenibilidad desde la mesa

Ingeniería contra el despilfarro de comida

Investigadores de la USC proponen una estrategia para reducir los residuos alimentarios urbanos y promueven su reutilización y reciclaje -La Fundación BBVA financia el proyecto

La investigadora Sara González, en la sede de Biogrup, en la Universidade de Santiago. // Fundación BBVA

"La comida no se tira". Lo hemos escuchado desde niños pero la realidad es que se tira, y mucha, especialmente en los hogares. De hecho, el 42% de los residuos alimenticios se genera en las casas particulares y, de ellos, el 60% podrían ser evitados ya que la mayoría lo hace por falta de concienciación y por desinformación. Y no solo eso; en todos los sectores de la cadena alimentaria hay desperdicio: en la producción, en el tratamiento de los alimentos, en la distribución y en el consumo.

La ingeniera química de la Universidade de Santiago de Compostela (USC) Sara González ha realizado varias estancias postdoctorales en países nórdicos como Suecia y Finlandia y en Reino Unido y ha visto de primera mano que la gestión de estos residuos se puede realizar de una forma mucho más eficaz, innovadora y sostenible.

La investigadora Ramón y Cajal propone así junto a su grupo de investigación, Biogrup, una aproximación innovadora a la gestión de residuos urbanos en smart cities, de manera que analizará el metabolismo urbano de una ciudad gallega (seguramente Santiago) y desarrollará una estrategia para intentar reducir en origen la generación de residuos y, en caso de que no fuese posible, promocionaría la reutilización y reciclaje de estos residuos.

"En España, cuando se habla de 'ciudad inteligente' se piensa sobre todo en el sector del transporte o en el energético, pero también es muy importante buscar alternativas a la gestión de residuos alimentarios para lograr que sea sostenible desde el punto de vista ambiental y tenga menor impacto", destaca la investigadora.

El proyecto de este grupo -que ha sido uno de los 63 elegidos de toda España por la Fundación BBVA, entre las más de 1.900 solicitudes presentadas, para financiarlos durante un año- pretende analizar la gestión de los residuos desde el inicio, en el lugar de producción. "Hay que tener en cuenta cada etapa de la cadena, desde dónde se producen esos alimentos, cómo llegan por transporte a las ciudades, el almacenamiento... en todas las etapas se consumen residuos y se generan impactos", aclara. "Las directrices de la UE indican que cualquier tipo de residuo hay que reducirlo en su origen y, sino, reusarlo o recuperarlo; nuestro objetivo es ver si en esta ciudad se pueden minimizar estos residuos y plantear opciones más sostenibles que el vertedero", añade.

Entre estas opciones se encuentra la creación de plantas de compostaje de pequeña escala situadas cerca de los lugares de generación de materia orgánica y de donde se pueda utilizar el compuesto. "De esta forma, además de reutilizar parte de esos residuos como las bolsas de te o las cáscaras de huevo, se reduce la emisión de gases efecto invernadero, que contribuyen al cambio climático, al evitar largos desplazamientos", describe.

Otra alternativa es la utilización de restos orgánicos para mezclarlos con lodos en las depuradoras y producir biogas, que se puede usar como combustible por ejemplo en los autobuses urbanos.

"También queremos potenciar la producción a nivel local de alimentos básicos como la patata, el maíz y el trigo, que a veces se están produciendo en zonas muy alejadas y el recorrido que hacen hasta llegar a nuestra mesa produce también un elevado efecto invernadero", destaca.

Durante este año, el grupo espera poder publicar algunos estudios "con resultados que comparen la situación actual con otras alternativas posibles que sean mucho más sostenibles", concluye.

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