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Reconocimiento a un tesoro

La Xunta blinda el "oro castrexo"

La colección de orfebrería Álvaro Gil logra la declaración BIC, la máxima protección cultural de Galicia. Abarca de la Edad de bronce al siglo II y es única en el Noroeste

Torques de oro de Burela (21 cm. de diámetro y 1,8 kilos).

Más de cuarenta piezas, en su inmensa mayoría de oro, componen la que sin duda es la principal colección de orfebrería áurea castrexa que existe en Galicia. Piezas emblemáticas, como el torques de Burela" o el de Mondoñedo forman parte de la colección Álvaro Gil, que acaba de ser declarada bien de interés cultural (BIC).

El "oro castrexo", que ya pertenece al Museo Provincial de Lugo, queda así blindado con la mayor protección patrimonial que otorga el gobierno gallego. Las 44 piezas que conforman la colección son un exponente de la joyería pre y protohistórica del noroeste peninsular. Solo hace tres meses que estas joyas volvieron al museo, tras un acuerdo entre los herederos del filántropo lucense y el gobierno provincial.

¿Dónde reside el auténtico valor de esta muestra? La colección está compuesta por 43 piezas de oro y una de plata que presentan en su mayor parte formas y tipos característicos de la orfebrería prerromana del noroeste peninsular.

En cuanto a su cronología, estas joyas que lucían los primeros pobladores gallegos abarcan un amplio periodo que va desde la edad de Bronce inicial hasta la etapa galaico-romana, en los siglos I y II. Los objetos abarcan una importante representación de la cultura castrexa, con pulseras, adornos de pelo, láminas o torques. Precisamente, su carácter castrexo hace singular esta colección frente a otras del territorio del Estado. Así lo aseguró la actual directora del museo de Lugo, Aurelia Balseiro, que en 1994 publicó el catálogo de la colección de oros del museo.

El arqueólogo experto en orfebrería castrexa del CSIC, Óscar García Vuelta explicó ayer a FARO la importancia de esta colección: "Podemos valorarla como una de las más importantes del Nororeste de la Península, tanto por el número de objetos como por la variedad tipológica, cronológica y técnica que muestran las piezas, entre las cuales se incluyen ejemplares excepcionales, como el conocido Torques de Burela". El investigador, que tuvo la posibilidad de estudiar esta colección en el Museo lugués, valoró la compra como una buena gestión patrimonial e indicó que "aún queda mucho por aprender", en relación a esta colección, que integró materiales de otras colecciones precedentes, como la de R. Blanco Cicerón que fueron adquiridas luego por Álvaro Gil Varela.

En cuanto a su hechura y a las circunstancias del descubrimiento, a continuación se presenta una selección de estas joyas, incluyendo los misterios que rodean la figura del famoso "Carnero alado".

Comenzando por el ejemplar de plata, el "torques de Mondoñedo" que se ha considerado por su tipología una pieza ajena al ámbito castrexo, con claros paralelos formales en el área celtibérica. La pieza incluye un aro de estructura sogueada en la parte central, fabricada a partir de dos barras y un fino alambre torsionado. La pieza fue descubierta, según los historiadores, en las cercanías de Mondoñedo. López Cuevillas precisó la fecha de su hallazgo en torno a 1884.

La "lámina de tiras de Monte dos Mouros", se trata de una muestra precastrexa -situada por los expertos en el Calcolítico o Edad de Bronce- e integrada por dos láminas de tiras, que se han interpretado como "gargantillas". Su nombre procede del lugar en donde fueron halladas, en el ayuntamiento de Toques. La pieza, de forma curva y abierta, se elaboró a partir de una lámina rectangular de oro, a la que se practicaron una serie de cortes, dando lugar a 14 finas tiras longitudinales. Tanto la decoración como el sistema de cierre cuentan con paralelos en otras piezas áureas descubiertas en la fachada atlántica y datables en el Calcolítico y Bronce Antiguo.

El "torques de Burela" es uno de los principales iconos de la orfebrería de oro castrexa. Según los expertos, es único hasta el momento por su gran tamaño (21 centímetros de diámetro) y su elevado peso (de 1812 gramos). Además, por sus altas calidades, algunos estudiosos les han atribuido un posible uso ritual o simbólico. Su aro incorpora elementos ornamentales añadidos y el tramo central se decoró en su mayor parte con filigrana.

En cuanto al "Carnero alado" constituye un ejemplar singular en la colección de Álvaro Gil Varela, que no forma parte del legado "castrexo". Los primeros trabajos sobre este curioso carnero alado le atribuyeron una cronología protohistórica e influencias fenicio-chipriotas o griegas, pero varios estudios de la década de los años 90 mostraron con claridad sus semejanzas con piezas datables en los siglos XI-XIII d.C.o incluso posteriores.

Se trata de un objeto de oro, hueco y con unas dimensiones de unos 6,5 cm de ancho y alto. La práctica totalidad de la pieza está decorada con motivos en filigrana y granulado. La filigrana a base de hilos torsionados se emplea intensamente para simular las escamas en el cuerpo del animal, que contiene también decoración de rosetas y zoomorfos. Parece que Álvaro Gil Varela lo adquirió en Madrid, aunque el hallazgo se atribuyó inicialmente a un dragado efectuado en 1945 en la ría de Ribadeo, aunque las investigaciones posteriores cuestionan dicha afirmación.

La mayoría de las piezas citadas aparecieron durante trabajos agrícolas en el siglo XIX.

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