Con su libro "El pequeño dictador" Javier Urra (Estella, 1957) rompió en el año 2008 un tabú y abrió los ojos a una realidad complicada: el maltrato de los hijos hacia sus padres. Fue todo un éxito editorial; más de 200.000 libros vendidos que daban a entender que éste tipo de violencia no era tan poco habitual como se creía. Urra publica el 7 de abril "El pequeño dictador crece", en el que analiza esta violencia en un contexto vital muy diferente, entre otras cosas por el auge de las nuevas tecnologías.

-¿Cómo nace el niño tirano?

-Deriva de un estilo de educación muy permisivo. Hay niños que con solo cinco años sus padres ya no pueden con ellos. Empiezan siendo muy caprichosos, dan una patada, escupen a su abuelo... aprenden que con esa conducta destructiva consiguen sus objetivos. Y la violencia crece de manera exponencial.

-¿En qué tipo de familias llega esa violencia a convertirse en un delito?

-No entiende de clases sociales. Sí constatamos más casos en las familias monoparentales o con progenitores mayores. Los hijos adoptados también parecen encontrar espacio recurrente en esta forma de violencia. Las víctimas son, en un 80 por ciento, las madres. Pero también es cierto que está aumentando el número de niñas agresoras, un tercio de los casos totales.

-¿Tienen estos menores algún tipo de patología que les lleve a este comportamiento?

-Algunos van cursando patologías como trastorno de déficit de atención, depresión, angustia vital o trastornos de la personalidad. Muchos consumen alcohol y cannabis. Pero la pregunta es si estaban esos trastornos antes o si por su conducta terminan siendo así. En general, creo que el problema está en casa, aunque todos estos factores agravan la violencia.

-¿Cómo resulta la experiencia de Campus Unidos, el centro terapéutico que abrieron en Madrid?

-Es una alternativa para las familias antes de llegar a la denuncia; un corte en una situación de emergencia. Los chicos -también tenemos gallegos- están contentos porque en su casa el ambiente era malo, son conscientes de su terrible realidad. Pero la evolución del proceso depende tanto de los padres como de los menores; ambos se tienen que implicar. Esta es una patología del amor: padres e hijos son dos imanes que se repelen pero desean atraerse.

-Preside la Sociedad Española para el Estudio de la Violencia Filioparental, pionera en el mundo. ¿Cuál es su objetivo?

-Este tipo de violencia sigue rodeada de tabúes y tópicos y hay que seguir investigando mucho sobre ella. Del 16 al 18 de abril celebraremos nuestro primer congreso nacional en el que profundizaremos en las pautas de crianza, los riesgos y la intervención en busca de nuevos avances.