"¡Lo veo, lo veo!", gritaban los niños más entusiastas al echar el primer vistazo al telescopio. "Pero si no se ha hecho de noche ni nada", comentaban decepcionados los que se habían creado excesivas expectativas. Lo cierto es que las Rías Baixas fueron ayer el mejor lugar de toda España para seguir el eclipse de sol parcial; no solo porque en esta zona del país es donde la Luna ocultó una mayor proporción del Sol, sino también porque fue uno de los escasos puntos en los que las nubes no se atrevieron a molestar durante el tiempo que duró el espectáculo astronómico, que no se repetirá hasta 2026.

En Vigo fue la playa de O Vao donde se dieron cita miles de personas para contemplar el eclipse. La curiosidad pudo más que el sueño y, a pesar de ser día festivo, acudieron puntuales a la cita, dando al arenal un aspecto aún más animado al de los mejores días de agosto.

Ya antes de las nueve de la mañana comenzó a formarse un gran atasco en la zona. Familias enteras, grupos de jóvenes con mantas en el suelo, parejas, abuelos... muchos de ellos equipados con gafas especiales o con artilugios caseros de proyección para no perderse nada. Todos ellos eligieron este espacio deseosos de contar con las explicaciones que los miembros de las asociaciones de aficionados a la astronomía Agrupación Astronómica Rías Baixas, Astro Vigo y la Fundación Ceo, Ciencia e Cultura ofrecieron de forma totalmente altruista. "Mejor día que este para ver el eclipse, imposible", aseguraba satisfecho cuando Pablo Martínez, miembro de la Asociación Astronómica Rías Baixas, cuando el fenómeno daba sus últimos coletazos, al filo de las 11 de la mañana. El aficionado no se sorprendió de la enorme afluencia de personas que acudieron a observar el eclipse. "Ayer (por el jueves) ofrecimos Paco Novoa y yo una charla divulgativa en La Casa del Libro y se llenó la sala, por lo que ya nos hicimos a la idea de la enorme expectativa que había en este día", apunta Martínez, al tiempo que recuerda el último eclipse anular, en 2005, en el que eligieron el mirador de El Castro para la observación guiada. "En esta ocasión preferimos O Vao porque hay más sitio para aparcar y el horizonte es muy bueno, que ya lo estuvimos midiendo unos días antes", añade.

Desde antes de las 8 de la mañana, más de una decena de voluntarios de las asociaciones comenzaron a colocar el instrumental para la observación del fenómeno: varios telescopios dotados de filtros solares de abertura completa y telescopios solares H-Alfa, un Solarscope y otros métodos de proyección para la observación indirecta.

Los aficionados no se cansaron de explicar el fenómeno a niños y mayores decenas de veces y de insistir mucho en la necesidad de proteger la vista. Pero no hay mejor forma de hacer entender, sobre todo a los más pequeños, el peligro real del sol que con una sencilla demostración. Así, Ricardo Lago, miembro también de la asociación Rías Baixas, colocó un papel en el extremo del telescopio sin la lente protectora para mostrar cómo, en pocos segundos, la fuerza del sol quemó el papel haciendo un agujero en él. "Imaginad lo que ocurriría si fuera ésto vuestro ojo", indicó a todos los que se congregaron asombrados a su alrededor.

Ricardo no puede esconder lo mucho que disfruta con la astronomía. "Yo me aficioné a este mundo precisamente viendo un eclipse, son muy especiales, por lo que me encanta animar a otras personas a que lo conozcan y disfruten tanto como nosotros. De todos modos, es importante que la gente no se lance a comprar un telescopio sin más. Lo mejor es que primero acudan a algunas actividades con grupos de aficionados y se dejen aconsejar a la hora de adquirir el equipo", destaca.

"En el colegio nos lo explicaron el otro día, pero es más divertido venir aquí a verlo con las gafas", aseguraba la pequeña Valeria, una viguesa de 7 años que observaba el fenómeno junto a toda su familia. "Yo creía que se iba a hacer de noche, pero casi no he notado nada", se lamentaba su compañero Mateo que, sin embargo, disfrutó al poder asomarse a uno de los grandes telescopios. La familia Recuna, por su parte, había fabricado un sencillo método de proyección con unas cartulinas. "Es una oportunidad para hacer algo nuevo con ellos", comentaba Pablo, el padre de Paula, Álvaro y Yago.

"La idea es que los niños se acerquen a esta ciencia de una forma divertida y puede que algunos comiencen a interesarse más en serio por ella. Lo que está claro es que a la gente le gusta la ciencia y eso los políticos no lo tienen mucho en cuenta", concluye Enrique Alonso, presidente de la Fundación Ceo, Ciencia e Cultura.