Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Crítica de "Birdman"

Si los padres volaran...

Un Keaton insuperable reina en la mejor película del año, un prodigio de guion y una maravilla visual

Si los padres volaran...

Yo confieso: no sé por dónde empezar. Son tantos los hilos de los que se puede tirar con una película como "Birdman" que cuesta elegir uno. Lo que no haré será enfadar al protagonista colgando etiquetas como si fuera uno de esos críticos devastadores de Broadway. Vamos, que omitiré calificarla de obra maestra, de título esencial, de cinta imprescindible. Y nos vamos al principio: a ese hombre que hace yoga en ropa interior en el interior de su camerino. Suspendido en el aire. Sí, sus-pen-di-do en el aire. Es una forma de invitar al espectador a dejar en la puerta la realidad y sentarse ante la pantalla con la mente abierta de par en par. Porque "Birdman" juega con dos barajas y no oculta nunca que todas las cartas las tiene marcadas. Por un lado: retrato áspero de humor crudo de un hombre en la edad madura que fue una celebridad del cine de capas (ahora que todos los actores pelean por llevar una, primer golpe bajo a Hollywood) y ya no es más que "una respuesta de Trivial". Un hombre que camina por la risa floja intentando ganar un prestigio que nunca tuvo llevando al teatro los textos de Raymond Carver: realismo en vena. Mal padre, mal esposo, mal amante, mal amigo, mal actor. Lo tiene todo pero tiene un aliado inesperado: su alter ego alado, el superhéroe que fue y que ahora hace de pepito grillo de voz cavernosa ("Batman" fue Keaton, Keaton fue "Batman"). A este pájaro desplumado por los años sólo le salva de la quema el clavo ardiendo de su fantasía. ¿O es él quien ve las cosas como son y los demás están equivocados, demasiado ocupados intentando ser virales, tuiteando, viendo basura en los cines? Alejandro González Iñárritu no lo deja claro, o tal vez sí (el final tiene truco porque es un trato con el espectador: tú decides) y en el juego de verdad o acción (juego: atentos a la palabra y todo lo que implica) se decide siempre por la acción porque la verdad es algo demasiado volátil como para ser tenida en cuenta. Y ese homenaje a la acción es lo que hace que la película, con su falso y apasionante plano secuencia interminable, no aburra nunca con su derroche de diálogos punzantes, sus peleas cómicas, sus disparos torpes, sus ascensos al cielo y sus descensos al infierno, sus besos inesperados y sus lágrimas de cocodrilo desdentado. "Birdman" da patadas a diestro y siniestro pero no es una película cínica ni mucho menos venenosa, no se burla de sus personajes por muy despreciables que puedan ser (el que encarna Edward Norton, tan egoísta y fatuo y cruel y arrogante y buen actor, es un ejemplo de lo más elocuente), y cuando tiene entre planos a los más vulnerables (esa hija que nunca tuvo un padre y se sienta al borde del abismo para sentir la adrenalina, encarnada por la actriz con los ojos más grandes de la galaxia, Emma Stone), la pantalla palpita con una extraña ternura tiznada de humor negro que aleja cualquier tentación de sentimentalismo. Que Michael Keaton nació para interpretar este personaje es incuestionable, como lo es que no hubiera podido hacerlo si antes no hubiera sido un mal actor en muchas películas malas. Tanto él como sus compañeros (de Naomi Watts qué vamos a decir que no se sepa) aceptaron el desafío propuesto por el director de caminar sobre una cuerda tensa que podía haber dado con sus huesos en el asfalto. Prueba superada: Birdman es la mejor película del año, y pido perdón a su protagonista por colgarle la dichosa etiqueta.

Compartir el artículo

stats