Más de 40 años lleva Chapela rindiendo tributo al mejillón, que se cultiva en bateas de la parroquia desde la década de los 60. Hace cuatro que la fiesta gastronómica se trasladó desde la Alameda a la playa de Arealonga, donde ayer, bajo una carpa para guarecerse de la intensa lluvia, cientos de personas pudieron degustar el bivalvo en sus clásicas preparaciones: al vapor, en vinagreta o en empanada.

El periodista de FARO DE VIGO Fernando Franco fue el encargado de glosar el mejillón en su fiesta gastronómica. "Del marisco clase obrera, sublime consuelo de desheredados, alegría de los pobres y los sabios, que saben comer sin secar la billetera", recitó como arranque de su pregón, cargado de loas al humilde pero nutritivo molusco.

Franco repasó las virtudes del mejillón, "no solo las del sabor a mar" sino otras como su valor prácticamente medicinal: por su alto contenido en minerales y vitaminas, "puede prevenir enfermedades crónicas y alteraciones metabólicas, ayuda al crecimiento y favorece la fertilidad", dijo el periodista.

Dejando a un lado las toxinas, "mal rayo las parta", Franco puso sobre la mesa algunas recetas que el mejillón adopta en España ("al vapor o al tigre"), Bélgica y Holanda (con patatas fritas), Irlanda ("hervidos y sazonados con vinagre"), Turquía ("con harina fritos o rellenos con arroz") y hasta Nueva Zelanda ("en vinagreta con chili"), prueba del carácter universal del bivalvo, cuya elevada producción en Galicia hace olvidar a veces sus muchas posibilidades culinarias. De "lamelibranquio exquisito y delicatessen de andar por casa" tachó Fernando Franco al mejillón.

El pregonero hizo además un repaso sobre la historia de su cultivo en Galicia, y en particular en la Ría de Vigo. Franco recordó que la primera batea de la comunidad fue fondeada en 1945 en Arousa, aunque hay quien sostiene que en 1932 se probó el sistema en Moaña. Los fondeos en aguas de Redondela se iniciaron en 1959. Actualmente se contabilizan 3.350 bateas en Galicia. "Así no es extraño que produzcamos el 21 por ciento del mejillón del mundo", destacó.

"Me cuentan también que los primeros años, los turistas que veían al pasar estas bateas mejilloneras preguntaban si los gallegos vivíamos en esas casas", comentó el periodista y gastrónomo. Su oda al mejillón remató con más versos, estos llamando a la concurrencia: "Dedicaos al mejillón con alegría / que en una escabechina o una lata / permite ser degustado cada día".