El catedrático de Ética de la Universidad Autónoma de Madrid, Javier Sádaba, que hablará esta tarde de "Las dos caras de la felicidad" dentro de las XII Jornadas de Filosofía que organiza el grupo Alethea de Vigo en el Auditorio Municipal del Concello, asegura que reducir el tiempo que la enseñanza dedica a la filosofía es un gran error, ya que elimina la capacidad crítica de la gente. La conferencia de Manuela Martínez "Cómo reprogramar el cerebro para ser feliz" cerrará la sesión de hoy.

-¿La felicidad tiene dos caras?

-La felicidad tiene el objetivo de vivir bien, pero si uno toma distancia y la estudia se da cuenta de que tiene muchas sombras. Se puede negociar con la felicidad. Se la puede estudiar muy mal si no nos damos cuenta de que se puede vivir relativamente bien en una zona del mundo mientras que la otra está rodeada de miseria. Es decir, la felicidad es una isla que está en medio de un mundo lleno de hambre y guerra. O sin darnos cuenta de que nosotros somos una combinación de placer y de dolor, y que el dolor existe mucho en el mundo, primero por la naturaleza, porque tenemos enfermedades, epidemias, pero también lo podemos causar nosotros. La felicidad incluye el bienestar de uno mismo y el de los demás. Yo me agarro a esta frase: "Yo no seré verdaderamente feliz mientras que no lo sean los demás".

-¿Esto no es un poco utópico?

-Sí, pero todo lo que importa tiene algo de ideal. Yo me dedico a la ética y la ética o filosofía moral es pasar de lo que las cosas son a lo que deberían ser. Y esto tiene algo de utópico, pero se llegue o no a un final radicalmente bueno hay que actuar como si fuera posible porque si no no daremos nunca un paso hacia adelante.

-¿Y se puede construir una sociedad feliz, un mundo feliz?

--Sí se podría, pero sobre todo se debería. Se podría porque tenemos los medios para hacerlo, porque por naturaleza podemos ser tan depredadores como cooperativos. Pero al mismo tiempo es una obligación. La moral es buscar lo que nos provoca placer sin hacer daño a terceros.

-Y teniendo en cuenta esta definición de moral, ¿somos morales?

-Me cuesta mucho poner nota a la sociedad pero si tengo que hacerlo, creo que somos bastante inmorales. Podemos dar de comer a tres o cuatro veces más personas, pero hay más de mil millones que se mueren de hambre. No creo que podamos decir que esto es de una sociedad muy moral. Hay un egoísmo que corroe mucho la moral y que tiene que ver con la ambición y el dinero interpretado como el nuevo dios.

-Mucha gente mide la felicidad en función de lo que tiene...

-Lo cual es un error. No voy de franciscano, no digo que el dinero sea malo. El dinero es uno de los intercambios más interesantes de la humanidad; otra cosa es cuando se absolutiza, cuando el dinero con mayúscula sirve para obtener el poder con mayúscula y en vez de tener el poder con los otros, se tiene sobre los otros. Y es una adicción. Lo estamos viendo con esa sinvergonzonería de tarjetas opacas.

-¿Se puede hablar de felicidad en época de crisis?

--Se debe y daría dos razones. Una es que se puede intentar salir de la crisis resistiendo, modificando las estructuras económica y social, y al mismo tiempo intentando ser feliz. Y segundo lugar, si uno lucha realmente por la felicidad de todos entonces ayudas a salir de la crisis.

-¿En qué situación se encuentra la filosofía tras la nueva reforma educativa?

-La situación es muy mala. Que la hayan reducido a un tercio es un paso atrás extraordinariamente malo porque elimina la capacidad crítica de la gente. Creo que hay una idea falsa de la filosofía. Esta es mucho mas útil de lo que se piensa, arregla bastante las neuronas y te hace ser crítico y autocrítico.

-¿La bioética es uno de los grandes retos para el filósofo?

-Es importantísima puesto que en este momento hay una parte de la moral que tiene que ver con los avances de la biología y de la genética. Lo malo es que hay una campaña muy clerical por meterse en todas partes y desvirtuar lo que debería ser una auténtica bioética, mucho más centrada en lo que nos da la ciencia y más libre de pensamiento.