Una fotografía a la entrada, un paseo lluvioso por los jardines y una visita a la capilla. Es lo único que se pudo llevar Ángel Miramontes de su visita al pazo de Meirás, la propiedad adquirida mediante ventas forzadas, descuentos en nóminas de los funcionarios y emisión de bonos, supuestamente de compra voluntaria, para obsequiar al dictador Francisco Franco.

Este emblemático inmueble, declarado Bien de Interés Cultural en 2008, no solo abre cada año con retraso pese a que la legislación vigente establece un régimen mínimo de visitas de cuatro días al mes; sino que, según ha denunciado a este diario un grupo de visitantes, uno de los guías impidió recorrer los salones a un joven con discapacidad motriz porque podía "estropearía el suelo" con la silla de ruedas.

Así lo ha confirmado el propio damnificado, sus compañeros de excursión y una monitora del Concello de Bergondo que supervisaba esta actividad, incluida en un programa de integración para personas con discapacidad psíquica o física. "Solo le dejaron pasear por el jardín y visitar la capilla, pero cuando llegó el momento de entrar en el pazo y visitar los salones el guía me dijo que Ángel no podía entrar porque estropearía el suelo con la silla, al menos esa es la excusa que me puso", relató ayer la monitora. "Me quedé volada y me dejó bastante preocupada, la verdad", añade.

Este desafortunado incidente se produjo después de que el Gobierno gallego dejase de costear la seguridad y organización de las visitas, que ahora gestiona directamente la empresa de seguridad de los herederos del dictador.

Han sido los usuarios de este programa de integración para personas con discapacidad de Bergondo los primeros en alzar la voz para denunciar los hechos. Fue, aseguran, la experiencia "más desagradable" que vivieron en sus salidas. "No supimos reaccionar, teníamos que habernos plantado todos", se lamentaba Pedro, uno de los participantes. A consulta de este diario, Ángel Miramontes censuraba ayer el trato "denigrante" que le dispensaron los encargados de la visita.

Los visitantes abandonaron el pazo sin que nadie les aclarase si existía alguna directriz que limitase el acceso a personas con dificultades de movilidad o si la negativa había partido del guía.

El incidente ha trascendido un mes después de que la nieta del dictador, Carmen Martínez Bordiu, abriese las puertas de Meirás a la revista ¡Hola! para un extenso reportaje fotográfico en el interior del pazo.

Tras solicitar información de lo ocurrido al departamento de Servicios Sociales, el Ayuntamiento de Bergondo criticaba ayer este trato "discriminatorio" y exigía medidas "para que no se repita la situación". "Todas las personas tienen que disfrutar en igualdad de un Bien de Interés Cultural", incidió.