En su corta trayectoria, Paco Cabezas ha conseguido meter la cabeza en el cine norteamericano. Esto, que pareciera algo nimio si valoramos la reacción de los medios de comunicación y público españoles, tiene un mérito sobresaliente: Cabezas ha entendido los engranajes de Hollywood y, lo que es más importante, Hollywood le ha entendido a él. Con "Aparecidos" (2008), el ejercicio de terror y suspense funcionaba; con "Cabeza de neón" (2011), el ejercicio de thriller y acción funcionaba. Suficientes méritos para embarcarse en "Tokarev", una maquinaria al servicio de Nicolas Cage, que interpreta a un asesino retirado que sufre la muerte de su hija a manos de un grupo de desconocidos.

El filme tiene varias vertientes: una de acción pura, con Cage buscando a los responsables del crimen, otra que trata de entender al personaje y sus conflictos interiores, y una de epílogo que busca el efecto final. La más interesante y sin complejos es la primera, en la que Cabezas deja a Cage hacer y el mecano funciona como debe: una sucesión de clichés de género que no por serlo desmerecen el resultado final. El brío de "Tokarev" es evidente y quizá sobrepasa a lo que el filme es en sí pero ¿qué película actual con este actor norteamericano de protagonista no anda siempre un poco revolucionada? El gran mérito de Cabezas es quedarse en el género y hacernos algún regalo: las sombras de su personaje; su visión sobre la traición; y ese empeño (aunque a veces no lo consiga) en sorprender al espectador dentro de un esquema previsible. Su filme es Cage y es otras cosas valiosas, aunque la energía de ese actor genial las oscurezca.