A finales de noviembre de 1993, tres años antes de publicar la que para muchos es su obra cumbre Olvidado rey Gudú, Ana María Matute confesó en una entrevista a FARO: "Creo que aún puedo escribir lo mejor de mi vida". Lo hizo tras visitar el Club Faro de Vigo, donde revivió su infancia en un concurrido acto: "Yo era una niña mala, tonta y tartamuda, a la que las demás niñas rechazaban; por eso, si no empiezo a escribir a los cinco años, me muero". También relató su estancia en un "cuarto oscuro", como consecuencia de ese carácter díscolo, rebelde y contestatario. En aquel lugar de castigo, paradójicamente, la niña cultivaba su soledad, imaginación y sueños. La novelista aseguró que escribía "para estar al lado de los que sufren y de los que se preguntan el por qué". Y consultada sobre su postura política, respondió: "Yo he sido siempre de izquierdas, al contrario que toda mi familia [...] Y mis sentimientos son más sociales que políticos".