Hasta 64 familias gallegas participan este verano en el programa de acogida temporal de menores de una región rusa afectada por la radiación de Chernóbil. Estas vacaciones para los pequeños de entre 7 y 17 años y que han nacido sanos, representan un programa de rehabilitación de su salud, a través de la ong Asociación Ledicia Cativa. Cada verano que se mantienen en un entorno saludable y consumen alimentos no disponibles en su lugar de origen, su esperanza de vida aumenta un año, según el Instituto Independiente de Seguridad Radiológica Belrad.

Los menores llegarán el viernes día 27 de junio a Santiago de Compostela y desde allí se repartirán por los distintos puntos de la geografía gallegas hasta el próximo 27 de agosto, día previsto de regreso. Quince de los pequeños serán acogidos en la provincia de Pontevedra, según los datos facilitados por la Asociación Ledicia Cativa.

Este año ha sido más peliagudo en cuestión de trámites internacionales debido a la proximidad de la zona de donde proceden los niños, Novozybkov, con la frontera de Ucrania (donde se ha levantado una revuelta separatista prorrusa hace meses y cuyo conflicto continúa).

"Yo quiero un España allí en Rusia", fue una de las frases más impactantes que oyó de la boca de un niño el presidente de la Asociación Ledicia Cativa, José Manuel Borrajo. Las experiencias para menores y familias acogedoras son "positivas en el terreno de la salud y también, en el afectivo", según destaca la secretaria de la Asociación. De hecho, de los 64 menores que llegarán en unos días, solo 9 son nuevos. El resto de los niños repite la experiencia con una familia acogedora gallega.

La estancia ayuda a mejorar su salud y a reforzar sus defensas para afrontar el duro invierno ruso. Aunque no están afectados por enfermedades declaradas, sí están sometidos a radiación persistente y prolongada, por la intoxicación ambiental y por la ingesta de alimentos contaminados. En cada mes de estancia en España, los niños pueden descontaminarse, como avalan los análisis que se realizan una vez que regresan de vuelta a su ciudad natal.

"Dos veces al año los menores van a un sanatorio para medir sus niveles de radiación acumulada y revisarlos", explica la secretaria de la Asociación, "tras la segunda medida, que se realiza normalmente en el mes de septiembre y después de haber llegado de Galicia, el nivel del niño es similar al de alguien que no hubiese vivido en zonas contaminadas", defienden.

"La capital del Chernóbil ruso", así es como se llama a la ciudad de Novozybkov, la provincia rusa que resultó más afectada por el accidente en la central nuclear ucraniana. Aunque aún no vivían cuando la desgracia azotó a su pueblo, ya que el viento y las lluvias llevaron la desgraciada radiactividad a las tierras y cultivos, aún conviven con los restos de la radiación casi 30 años después.

En Novozybkov y en las semanas posteriores al 26 de abril de 1986, miles de personas tuvieron que ser evacuadas. Primero se les prohibió comer los cultivos de su tierra y luego, les quitaron sus animales. Hoy en día, esta localidad aún se considera una zona "de apartación" -traducción literal del ruso- y su población tiene derecho a cobrar una indemnización por el valor de su vivienda si decide trasladarse a otro lugar por motivos de salud. Aún así, son muchos quienes han decidido seguir allí.

"Alguna de las monitoras de hoy fue en su día una niña de acogida", explican. Varios vídeos de Youtube recogen testimonios de personas que aún viven en Novozybkov y los porqués de no haber querido abandonar su lugar de nacimiento, a pesar de las evidencias sobre una contaminación que aún persiste. El alcalde de la localidad fue uno de los "voluntarios" en la limpieza de los residuos de la central nuclear.