De las cuatro mujeres que ayer recibirían los diplomas de Colegiado Honorífico, solo dos de ellas pudieron asistir a la ceremonia. Una de ellas ella la ginecóloga María Teresa Sarán Díez, que trabajó en el Meixoeiro desde el mismo momento en que éste echó andar.

"La mía fue una carrera con dedicación exclusiva", explica Sarán Díez, que ríe recordando como su madre le decía "¿y si te llama una paciente qué le digo?" cuando ella disfrutaba de una día libre.

A los nuevos aspirantes a ginecólogos, la experta les diría lo mismo que le dijeron a ella en su día: "Que se preocupen por aprender y no solo por el sueldo en sí". "Hay que acercarse a los mejores, a los que lo hacen muy bien, para así ir aprendiendo. El que tiene un puesto tiene que preocuparse por mejorar su aprendizaje y hacer las cosas cada vez mejor", destaca la médico.

Respecto a los cambios que sufrió la especialidad de Ginecología, opina que "en algunas cosas se ha avanzado muchísimo". "Creo que hay cosas que han cambiado enormemente, no ya desde que entré en el hospital, sino desde que empecé en la profesión", comenta. Como ejemplos, la recién diplomada recuerda "la época en la que los latidos fetales se buscaban con un sonógrafo", hasta la actual "ecografía en 3D en la que prácticamente ya se va la cara del bebé". "Ahora hacemos cirugía de tarde para que se salgan al día siguiente y antes eran largos ingresos", explica.

"Se extraña dejar la carrera después de dedicarle día, tarde y noche. Pero una nunca lo deja. Vas por la calle y si ves a una embarazada ya comentas de cuantos meses está", comenta con gracia.