-Usted es la cuarta generación de oftalmólogos.

-Y hay una quinta. Hay pocas familias que pueden decir eso. Mi hijo mayor se incorporará en breve y el pequeño está estudiando la especialidad.

-¿Siempre tuvo claro su vocación?

-Me crié en un ambiente oftalmológico y enseguida me interesó la medicina y la oftalmología.

-Ha sido testigo de los avances de la oftalmología desde dentro, pero ¿ha cambiado mucho desde que la ejercía su padre a ahora que la ejerce usted?

-Sin duda. Mi padre trabajaba de una forma totalmente distinta. También tenía una clínica más pequeña, con menos pacientes y con una tecnología que no tiene nada que ver con la que tenemos hoy en día. La tecnología de la que disponemos ahora era inimaginable cuando mi padre comenzó.

-¿Cree que dentro de veinte o treinta años tendremos unos avances igualmente inimaginables hoy?

-Estoy convencido de ello. Los avances están siendo tan rápidos y la tecnología está cambiando tanto que viviremos una oftalmología inimaginable hoy. Las pruebas diagnósticas y los tratamientos serán más eficaces, y veremos una oftalmología totalmente diferente a la que conocemos hoy y esto servirá para que podamos ayudar a más personas y de una forma mejor, que es lo que trata de hacer la medicina.

-¿Y qué podemos hacer por la salud de nuestros ojos ?

-A parte de llevar una alimentación sana y quien lo necesite que lleve la corrección que precisa, someterse a revisiones oftalmológicas periódicas. Los niños tienen que pasar una revisión a los tres o cuatro años para ver que no tiene problemas. Luego a los 14 o 15 y otra a los 24 o 25, y a partir de los 40, una revisión anual, igual que vamos al odontólogo.