"Mi amor y respeto por la bandera de Galicia está fuera de toda duda pero, a fuer de sinceros, la existencia de Galicia y su localización en el mapa del mundo se conoció más por el Pelegrín del Xacobeo que simbolizaba el Camino de Santiago que por su bandera". Eso dijo ayer el ex conselleiro Víctor Vázquez Portomeñe en el acto de presentación de su libro en el Club FARO, respondiendo a una pregunta del público sobre la importancia de este programa.

"Testigo y parte de la historia reciente de Galicia " es el título de este libro de Hércules Ediciones, y la referencia que siguieron sus presentadores a la hora de hacer el introito a su autor, Vázquez Portomeñe. Primero el editor, Francisco Rodríguez Iglesias, y después el ex rector de la Universidad de Vigo Luis Espada, el ex alcalde Manuel Pérez y el pintor Antón Pulido. Todos reconocieron en el autor del mismo con sinceros elogios su participación activa desde la política en la historia de Galicia desde los años de la Transición en que se fraguó la democracia, se pactó la Constitución y se aprobó el Estatuto de Galicia, del que también fue uno de sus ponentes. Testigo, por tanto, pero también parte por las responsabilidades políticas que ejerció, entre las cuales quizás la principal fue el plan Xacobeo que revivificó el Camino.

Del libro dijo que era una especie de rendición de cuentas, no un libro de memorias aunque lo escribiera en primer. "Es un libro de historia -dijo- con la pretensión de preservar, con lo escrito, la memoria de lo que hicieron los hombres y mujeres de una etapa, para mí la más fascinante de cuantas vivimos sobre esta tierra: la de la Transición, la de la preautonomía, la de la consolidación de la autonomía. Al escribirlo fui consciente de la verdad que encierra aquella sentencia de Cicerón. "La historia es la testigo de los tiempos, maestra de la vida y anunciadora del porvenir". O aquella otra de Burke: "Los que no se preocupan por el pasado, jamás mirarán hacia la posteridad".

Una historia inolvidable

Afirmó Portomeñe que creía necesario recordar la historia de esa Transición, "la de la recuperación pacífica de la libertad, la que creó como marco una Constitución pactada que refrendaron el 87 por ciento de los votantes, la de la concordia, la que hizo una de las dos Españas enfrentadas, la de la flexibilidad y la de las autonomías. Tuvo como principios la tolerancia, el diálogo y el consenso".

Como contraste, Portomeñe, tras reiterar su alejamiento de la actividad política hace años, dijo del presente que estaba caracterizado por "la tensión, gresca, riña, descalificación y ruptura del pacto constitucional. "Yo comprendo -afirmó- la crítica y respeto absolutamente la disparidad ideológica pero ya es hora de que dejemos espacio al entendimiento".

Del libro dijo que lo escribió con la intención de respetar a todos y de ser amable incluso con sus adversarios pero que en el mismo "se relatan hechos que tienen sus secuelas, positivas o negativas, y los hechos son los que hablan". Precisamente a ello se había referido uno de sus presentadores, el editor Francisco Rodríguez, cuando afirmó que, como buen gallego, parece que Portomeñe no se mete con nadie en el libro, y por eso precisa dos lecturas. "En la segunda se advierten más cosas que en la primera".

Ciertamente, como escribió del libro su editor, los protagonistas del mismo son sus recuerdos y opiniones, su visión como político, pero también como ciudadano, "todo ello aderezado con no pocos 'secretos de Estado' de nuestra historia más reciente de Galicia" . Una historia en la que participó como conselleiro preautonómico en 1980 y 1981, formando parte del "Estatuto de los 16" y en la campaña impulsora del actual Estatuto. Fue conselleiro de Educación y Cultura entre 1983 y 1986, diputado autonómico en las cuatro primeras legislaturas del Parlamento gallego (1981 a 1993) , portavoz del Grupo Popular hasta 1997 y, entre 1990 y 1997, conselleiro de Cultura, etapa en la que se lleva a cabo el programa Xacobeo. Senador desde 1998, en 2008 se retira definitivamente de la actividad política.

Recordando esa historia habló de alguno de sus colaboradores en Vigo, y destacó no sin emoción a uno que faltaba y al que habían dado sentido entierro con una placa que lo inmortalizaba: Manolo Garrido, su delegado xacobeo y delegado provincial de Cultura.