Lograr una vacuna contra el virus sincitial respiratorio (VSR) supone, junto con la del sida, el "gran reto de este siglo" y el motivo por el que Octavio Ramilo (Vigo, 1958), un referente internacional en infectología pediátrica, ha renunciado "a ver las Cíes todas las mañanas". Investigador principal del Centro de Vacunas e Inmunidad y jefe de Enfermedades Infecciosas del Hospital Infantil Nationwide de Columbus, además de profesor de la Universidad Estatal de Ohio, busca entender un virus que infecta, al menos una vez, a casi todos los niños en sus primeros años de vida y es un desencadenante de la neumonía, la principal causa de mortalidad infantil en el mundo.

"Cualquiera de las dos vacunas será difícil, la del VIH porque muta mucho y la del VRS porque bloquea el sistema inmune, que en los primeros meses de vida es muy inmaduro. Y además puede reinfectar al niño. Es la principal causa de hospitalización pediátrica y conseguir una vacuna es muy necesario por el impacto que este virus tiene en la población infantil y también en ancianos. La industria y la Fundación Gates comienzan a estar interesados en lograrlo y cada vez estamos más cerca", señala con entusiasmo.

Octavio estudió Medicina en la Complutense y siempre tuvo claro que centraría sus esfuerzos en la población infantil y las enfermedades infecciosas. "Hice la residencia en el 12 de octubre y la primera semilla fue el doctor Jesús Ruiz Contreras, hoy jefe de Pediatría. Las infecciones son la primera causa de enfermedad en el mundo y el motivo por el que pacientes con cáncer o niños prematuros acaban falleciendo. Hay pocos campos con tanto impacto en la salud pública global y la tecnología nos permite estudiarlas ahora a un nivel de detalle impensable hace 10 años. Manejarlas bien tiene un impacto brutal en el día a día de un hospital y de la sociedad", destaca.

Tras más de dos décadas vinculado a la Universidad de Northwestern, el vigués cambió Dallas por Columbus, donde cumplirá 5 años en una semana. "Me quedé en EE UU por la oportunidad de combinar medicina e investigación. La aplicación es interesantísima. No es lo mismo trabajar solo con datos fríos que tener una madre mirándote a los ojos. Es lo que te engancha al trabajo. Además en el Nationwide tenemos una libertad total para investigar y no existen estamentos jerárquicos sino mucha colaboración", celebra.

El experto compara la competitividad del sistema anglosajón con la "falta de incentivos" en España -"Aquí no hay forma de sentarse en la poltrona, ni aunque seas premio Nobel", dice- y subraya cómo en Columbus empresas, universidad y políticos trabajan al unísono. "Han conseguido una nueva inteligencia para entenderse y negociar. Les interesa invertir en un hospital de primer nivel porque atrae a gente de todo el mundo", señala.

Octavio, que trabaja desde hace más de una década con otra doctora española, la malaqueña Asunción Mejías, colabora con grupos de otros países y tiene en marcha proyectos con el pediatra gallego Federico Martinón. El Nationwide apuesta por formar a jóvenes de todo el mundo: "España tiene muchísimo talento y me preocupa que se desaproveche. Mi sueño sería crear una Masía para que los investigadores puedan venir y volver".

Al vigués no le parece duro atender a pacientes de corta edad: "Todo lo contrario, te ponen en tu sitio. No me imagino viendo a adultos. La mayoría se recupera muy rápidamente y los padres son encantadores. Son más agradecidos de lo que yo recuerdo en España, porque no lo dan todo por supuesto y hay un respeto y una confianza". Cuando trabajaba en Dallas, dada su ubicación geográfica, utilizaba más a menudo el español para hablar con familias de origen latino: "Les cambia la cara y te sientes un privilegiado. Tengo un gran respeto por cómo sacan adelante a sus familias", admite.

Él ya lleva 27 años en EE UU aunque no tiene ni pizca de acento: "Sigo siendo profundamente vigués, pero también me siento muy americano en mucha cosas. Aquí puedes mantener esa dualidad. Te integras y no te exigen renunciar a nada".

A pesar de la amenaza que suponen las epidemias virales, Octavio reconoce que la inversión desciende cuando pasa el peligro. "El nivel de profesionalidad y la cooperación son muy grandes entre los laboratorios mundiales pero los presupuestos solo aumentan cuando hay una crisis. Mis amigos europeos no se lo creen, pero aquí he visto a niños sanos que se han muerto de gripe. Y sigue habiendo polio en muchos países", recuerda.

Respecto a los padres contrarios a las vacunas, el experto vigués reconoce que los médicos deben esforzarse más en explicar sus beneficios: "Los controles son enormes y ha habido cambios para mejorarlas. El problema que nos encontramos como pediatras es quién decide. En el hospital atendimos a un niño amish que casi se muere de tétanos. Son buenísimas personas y adoran a sus hijos, pero los padres no vacunaron a sus hermanos. Es muy complicado".