Los defensores de la tradición en estado puro se quedarán el próximo jueves con las ganas de ver cómo el flamante Felipe VI y su esposa, la Reina Letizia, traspasan solemnemente el umbral de los Jerónimos o de la Almudena, para poner el toque religioso al inicio del reinado, con una misa o, al menos, un "Te Deum" (himno de acción de gracias).

La ruptura de la costumbre, que sí se ha respetado en las recientes coronaciones de Holanda, Bélgica y Mónaco, sorprende a los sectores más conservadores y a la aristocracia, como reconoce Alfredo Leonard, delegado en Madrid del Cuerpo de la Nobleza "Se intenta contentar a un sector de la población que nunca va a estar a favor de la Corona, dejando de lado la tradición, y eso es peligroso, no debemos olvidar que la Monarquía se basa en la tradición", indica.

Manuel Ruiz de Bucesta, canciller secretario de la Corporación Nobiliaria, tilda de "solemne estupidez" prescindir ahora de la celebración religiosa, a la que podrían acudir, por ejemplo, miembros del cuerpo diplomático acreditado en España. "Nunca podré entender que no se haga lo que se debe para evitar polémicas de quienes critican todo, hasta lo bueno", señala.

El historiador Manuel Rodríguez de Maribona considera "tristísimo" que no se rece ni un "Te Deum". "Aunque España no sea un Estado confesional, los Reyes y los Príncipes son católicos, como la inmensa mayoría de los españoles", sentencia.

La lista oficial de invitados a la proclamación es aún una incógnita, aunque sí se sabe que estarán en el Congreso los expresidentes del Gobierno.

El nuevo Rey estará con su esposa, doña Letizia, y sus dos hijas. La Infanta Leonor será desde ese momento heredera de la Corona y, por tanto, tendrá que viajar en un avión distinto al de su padre por motivos de seguridad.