Los tripulantes del buque Ramón Margalef, del Instituto Española de Oceanografía (IEO), surcan los mares de una forma diferente. Los investigadores que van a bordo conocen mejor que nadie los fondos marinos gracias a las utilidades de uno de los barcos científicos más modernos de toda Europa, que desde ayer puede ser visitado en el muelle de transatlánticos de Vigo gracias a unas jornadas de puertas abiertas con motivo del centenario del IEO.

Hasta mañana, este buque construido en 2011 en la propia ciudad olívica (en los Astilleros Armón) y que cuenta con 46,7 metros de eslora, reposará en la Estación Marítima a la espera de aquellos curiosos que quieran conocer sus entrañas, con un horario de 16.00 a 19.00 horas. Fuera les estarán esperando cuatro stands en los que los propios científicos darán a conocer todo el trabajo que desarrollan en cada una de las campañas en las que se enrolan.

El primero de ellos es el departamento en el que está Jessica Bargiela, que se dedica al análisis de los sedimentos (la arena de la superficie marina) o de los mejillones de roca, debido a que se trata de un molusco estacionario y filtra la capa más contaminada del agua. Su ámbito de actuación es en el cantábrico, la costa gallega y el golfo de Cádiz.

Pablo Durán, del equipo de pesquerías lejanas, explicaba ayer que sus campañas suelen durar "mucho tiempo" debido a que tienen que ir a lugares que requieren "varios días de viaje". Una vez allí, en sitios como Terranova (Canadá) o la Plataforma Patagónica (en Sudamérica), se dedican a estudiar el fondo marino para luego extraer conocimientos científicos con los que apoyar la sostenibilidad de las pesquerías españolas en aguas internacionales. "Algunas inmersiones son de hasta 1.500 metros de profundidad. Tardamos en bajar la draga una hora y otra en subirla para recoger las muestras, con lo que es un trabajo costoso", concretaba Durán.

Por su parte, en otro de los stands, María Saínza, una de las encargadas en estudiar la biología del área del Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES en sus siglas en inglés), explicará a los visitantes previamente a subir al Ramón Margalef la forma en la que se estudian las poblaciones que habitan las diferentes pesquerías de interés para España y Europa, centrándose en extraer los otolitos (pequeñas partes situadas cerca de los ojos de los peces hechas de proteína y carbonato cálcico) de las distintas especies para calcular la edad. "Crecen igual que el tronco de un árbol, por lo que contando sus líneas se puede saber la edad del espécimen", comentaba Saínza.

Dentro del buque, el imponente puente, lleno de novedosos sistemas tecnológicos, dejarán con la boca abierta a más de uno. Al igual que los tres laboratorios de su interior, en los que la tripulación realiza los cálculos y comprobaciones, además de coordinar todas las operaciones de extracción de muestras. Así, por ejemplo, José Manuel Cabanas mostraba ayer las rosetas encargadas de bajar al fondo para medir la salinidad, temperatura, oxígeno y demás parámetros del agua.

El barco partirá el próximo día 24 hacia el Cantábrico, para hacer una "campaña de aguas" en la que harán mediciones de este tipo en Santander, Cudillero y Gijón. Pero antes, el Ramón Margalef estará a disposición de todos aquellos inquietos que quieren conocer un poco más lo que se esconde en el fondo marino.