¿Por qué olvidamos? Ignacio Morgado apuntó múltiples causas: pérdida de sinapsis, interferencias (al contrario que un ordenador, nuestro cerebro mezcla varias memorias en el mismo circuito), pérdidas sensoriales (de vista o de oído con la edad), disminución del volumen y de las neuronas del hipocampo (también con la edad), decrecimiento de las espinas dendríticas (conexiones neuronales) en la corteza prefontal; disminución de la cantidad y calidad del sueño, y pérdida del neurotransmisor dopamina.

¿Cómo disminuir y/o hacer más lento el deterioro? Morgado hizo especial hincapié en el sueño, que potencia el aprendizaje y la memoria. Recomendó dormir ocho horas sin interrupción o, en su defecto, echar una siesta. "Cuando dormimos, las neuronas reparan el desgaste -señaló-. Además, aumenta el número de neuronas, la neurogénesis: en varias partes del cerebro se crean nuevas neuronas por miles".

Aconsejó también evitar las dietas abundantes en grasas saturadas, ya que impiden que las neuronas se conecten para formar nuevos aprendizajes.

Otra pauta que se aplica tanto a la salud del cuerpo como a la del cerebro es la del ejercicio físico y el deporte: se ha demostrado que, además de reducir el estrés, mejora el aprendizaje en tareas ejecutivas. Basta con 30 minutos diarios de bicicleta o de carrera. La razón es que se ayuda a sintetizar BDNF, una especie de "lubricante" de las neuronas, y se aumenta el flujo sanguíneo a las mismas.

Recomendó, por último, una práctica mental activa y frecuente: ver series de televisión, jugar al ajedrez o a las cartas, repasar recuerdos, practicar idiomas, tocar un instrumento... Y la lectura, que es, dijo, "el mejor gimnasio para el cerebro".