Se cumplen ya casi veinticuatro horas desde que los colegios electorales en Galicia cerrasen sus puertas y por todos es conocido que las cifras de participación no han sido tan bajas como los pronósticos auguraban. Si en España se rozaba el 45% de votos emitidos sobre el total posible, Galicia registraba un incremento mayor al anotarse medio punto más que la media estatal, un 45,46%. Con todos los votos escrutados y con la lista de eurodiputados ya repartida, el ansia especulativa de los escépticos se acentúa cuando descubren en las redes sociales -siempre bajo sospecha- las imágenes de los votos nulos emitidos en algunas de las mesas electorales en España. Y es que el indignado no olvida su condición ni a la hora de ejercer su voto.

Los hay que no perdonan la metedura de pata de Arias Cañete tras el debate electoral que mantuvo con Elena Valenciano. Otros, no sabemos si monárquicos, se decantan por los príncipes que durante varios meses sí les hicieron soñar con que otra Europa sí era posible.

Incluso el recurrente chorizo, ya todo un clásico en los comicios electorales, se cuela en las urnas tanto en su versión plastificada como en su versión más grasienta y colorante. Y otro clásico ya, Julio Iglesias, también votó en las elecciones europeas.

Aún así, como no podía ser de forma, la reivindicación más propia de este nuestro país viene de la mano del fútbol. En un fin de semana con una jornada de reflexión marcada por un clásico en la final de la Champions, ¿cómo no iba a optar el Atlético o el Real Madrid a un escaño en el Parlamento europeo? Aunque con permiso de ambos, quizá la victoria se lo lleve ese aficionado deportivista que en Padrón propuso la alineación del equipo de sus sueños con la esperanza de que el equipo volviese a primera. Lástima que este domingo tampoco pudo ser.