Distendida, cordial y más larga de lo habitual en estos casos fue la audiencia privada de los Reyes de España con el Papa Francisco. Además no faltó alguna que otra broma propiciada por el pontífice como la que protagonizaron a próposito de quién debía pasar delante.

"Los monaguillos primero", dijo el papa Francisco a los Reyes de España al cederles el paso en uno de los muchos momentos de complicidad que hubo en la audiencia celebrada en el Vaticano. Cuando les invitó al estudio en el que celebraron su reunión privada, y dado que la puerta de acceso es estrecha, Francisco no quiso entrar primero y les explicó, en tono de broma, que los monaguillos van siempre por delante del Papa en una procesión, por lo que les cedió el paso.

La escena se repitió en otra ocasión cuando, tras la reunión privada, pasaron al salón adyacente al Aula Pablo VI, donde estaba prevista la presentación al Papa de la delegación que acompaña a los reyes.

"Los monaguillos primero", exclamó el Pontífice sonriendo en referencia a la anterior situación, a lo que el Rey Juan Carlos sonrío también y pasó antes que el pontífice.

Entrando en el salón, el papa advirtió en tono cariñoso al Rey Juan Carlos, que iba apoyado en su muleta, "que el resto del ceremonial sería de pie".

El encuentro duró 53 minutos, un tiempo que hasta ahora Bergoglio no ha dedicado a ningún mandatario, excepto a la presidenta de su país de origen, la argentina Cristina Fernández. Durante casi una hora, el Papa y los Reyes hablaron de asuntos de actualidad como el paro juvenil, la situación del país y otros problemas sociales además de tratar la posibilidad de un posible viaje a España en 2015.

El encuentro fue tan largo que la Secretaría de Estado vaticana, ante la inquietud de la prensa y la delegación española, que esperaban la salida de los reyes, envió un emisario para explicar que "estaban en plena conversación".

La cita en el Vaticano comenzó poco después de las 11.30 hora local, cuando los reyes llegaron al Piazzale del Fungo, donde les esperaba un piquete de honor de la Guardia Suiza. Allí salió a recibirles el prefecto de la Casa Pontificia y posteriormente los reyes mantuvieron una reunión de media hora con el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado vaticano.

Don Juan Carlos y Doña Sofía, en el habitual intercambio de regalos, entregaron al Pontífice argentino dos volúmenes con la obra mística de San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. En la cubierta de los libros, en piel blanca, figuraba impreso el escudo papal y en las guardas, en papel azul real, aparecía el escudo de armas del rey. Por su parte, el Papa les regaló un bronce que representa la basílica y la plaza de San Pedro.