Víctor García de la Concha, director del Instituto Cervantes y director emérito de la Real Academia Española (RAE), lo dijo entonces y lo ha repetido estos días, en las numerosas entrevistas que le han hecho con motivo de la muerte de Gabriel García Márquez. "No he vivido en mi vida un acto de homenaje como el que se le tributó a García Márquez en Cartagena de Indias en 2007, durante el IV Congreso de la Lengua Española, con motivo de su 80 cumpleaños. Fue emocionante, grandioso, con el pueblo volcado, los jóvenes cantando ballenatos, las personalidades, políticas o literarias, sentándose donde podían. Nos emocionó hasta el llanto".

-¿Cómo conoció a García Márquez?

-Por medio de Carlos Fuentes, poco después del congreso de la lengua de Zacatecas, un día en el que Fernando Lázaro Carreter, entonces director de la RAE, y yo asistimos, en el Palace de Madrid, a la presentación de un libro, creo recordar que de Umbral. Fuentes me lo presentó y casi sin saludarle, le dije: «espere que hay alguien aquí con mucho interés en conocerle». Llamé a Lázaro y éste le saludó diciendo: "Me descubro ante quien se pasa por el arco de triunfo las reglas fijadas por la Academia", en referencia a las declaraciones del escritor sobre su intención de jubilar la ortografía. Comenzó una conversación muy grata que continuó al día siguiente, en un almuerzo que organizó Juan Luis Cebrián.

-¿Le convencieron?

-Él lo que quería era escandalizar, llamar la atención. Hablamos largamente y, al final, le invité a ir a la Academia. Me prometió que vendría en el siguiente viaje y así lo hizo. Fue una visita muy larga, en la que quedó encantado.

-Y después volvió a verlo en su casa de Barcelona, en la que él le pidió que hiciera de intermediario porque quería ver al Rey.

-Fue con motivo de la preparación del Congreso de la Lengua que correspondía a Colombia. Yo sabía que había dos escenarios posibles. El gobierno de Uribe, el expresidente Betancur y la ministra de Cultura, querían celebrarlo en Medellín, cuyo alcalde Sergio Fajardo, estaba cambiando la ciudad, a base de crear bibliotecas populares en barrios muy peligrosos. Por otra parte, estaba la opción de Cartagena de Indias. Un día me llamó Carmen Bacells, su editora, y me citó para esa misma tarde en Barcelona con Gabriel García Márquez. Me pareció bien porque debía pedirle que nos cediera los derechos para una edición de ·"Cien años de soledad", cara a este congreso. Le llevé la edición que habímos hecho del Quijote. "¡Pero si ya he vendido 30 millones de ejemplares, para qué quereis más!", me dijo. Y añadió: "Sí, pero yo quiero ver al Rey". Ante su insistencia, llamé al jefe de la Casa Real y se concretó la entrevista. En un encuentro posterior con el monarca, le pregunté qué tal le había ido con el escritor, y me respondió: "¿Con Gabo? Muy bien. Llegó a Zarzuela y me dijo. Tú, rey, lo que tienes que hacer es ir a Cartagena".

-¿Cómo vivió el escritor aquel homenajea tan emotivo?

-Al final celebramos dos congresos. En Medellín, el de la Asociación de Academias de la Lengua Española, en el que aprobamos el texto de la nueva gramática del español total. La visita de los Reyes a los ranchitos, con la gente besándolos, abrazándolos, invitándoles a sus casas, fue impresionante, imagino que también para ellos será un gran recuerdo. Y de allí nos fuimos al congreso en Cartagena de Indias, donde homenajeamos a García Márquez. El día antes, Gabo estaba algo nervioso y su esposa, Mercedes Barcha, temía que no pudiera hablar. Yo dormí preocupado, pero finalmente habló, y muy bien. El acto fue realmente emocionante. Cuando al día siguiente fui a verlo a su casa, me dijo: "Víctor, he cobrado fuerzas, voy a continuar mis memorias". Fue la última vez que lo vi, después hablaba telefónicamente con la famila, sobre todo con su esposa.

-¿Es el escritor más grande en lengua española?

-No cabe duda que, en difusión, es el superior y, como escritor, es símbolo de la renovación de la novela y de la lengua.