Virtuoso y ecléctico, ha tocado en los refugios antiaéreos, consiguiendo imponer la música del violín al estrépito de las bombas, y en los teatros más importantes del mundo, primero como concertino y después como solista con sus propios espectáculos, en los que fusiona la música clásica que emana de las cuerdas de su violín con prácticamente cualquier género musical. Hoy (20.30 horas), Ara Malikian actuará en el Teatro Novacaixagalicia de Vigo junto a l compositor y guitarrista argentino Fernando Egozcue en "Con los ojos cerrados", una propuesta musical en la que la música clásica y el jazz se dan mano y en la que el nuevo tango argentino tiene también una fuerte presencia.

-¿Qué es este "Con los ojos cerrados"?

-Es un concierto con Fernando (Egozcue) pensado para violín y guitarra, hecho a nuestra medida y con muchas influencias del tango, jazz, música clásica... Es un cruce de muchas influencias. A través de mis viajes he conocido a muchos músicos y he aprendido mucho.

-¿Sigue considerándose un aprendiz?

-Espero que sí. Pensar que ya no puedes aprender más y que ya lo sabes todo es muy peligroso porque siempre descubres cosas nuevas.

-¿Todos los géneros casan con el violín?

-El violín es conocido como instrumento clásico, pero tiene muchas facetas. El violín es muy travieso y cuando estudias la historia de la música te das cuenta de que está en todas las culturas, desde Japón a la música celta y Sudamérica. Es un instrumento maravilloso que se ha sabido adaptar a todas las culturas.

-¿La música clásica es tan solemne como parece?

-No, pero esta idea le hace mucho daño, aunque poco a poco está intentando reconciliarse con el público, de convencerle de que no hace falta ser un entendido para disfrutar de la música clásica. Y la actitud que tenemos los músicos de estirados también hace mucho daño.

-¿Hay mucho músico estirado?

-Por desgracia sí. Todo es muy tieso, con mucha tensión. El público no está relajado; tampoco el músico en el escenario. Hay una barrera entre ambas partes. Pero el único objetivo del músico es la música y esta tiene que divertir, que emocionar, tiene que llegar al corazón. Pero a veces nos olvidamos de para quienes tocamos y actuamos para el crítico de música o el programador. Para mí, la crítica más importante es la del público.

-¿Aceptaría una oferta como concertino?

-Lo fui durante muchos años y fue una etapa maravillosa de mi vida pero creo que llega un momento de tu vida en la que tienes que pasar página y crecer.

-¿Ha conseguido ganarse ya a los puristas?

-Cada cual tiene sus gustos y eso es lo bonito del ser humano. Toda la música que hago la hago con cariño. No hago cosas diferentes porque quiera chocar o revolucionar, sino por mi gran amor a la música.

-Está considerado el mejor violinista de su generación, ha publicado cuarenta discos y ha actuado en más de cincuenta países de todo el mundo. ¿Le queda algún sueño por cumplir?

-Seguir haciendo lo que me gusta: tocar y viajar. No es algo que tenga como un sueño; es un sueño que estoy viviendo.

-Y eso que la cultura no vive uno de sus mejores momentos.

-Vivimos momentos de dificultades, cierto, y tenemos que apretarnos el cinturón, esforzarnos más y reinventarnos, pero yo aún recuerdo los conciertos en Líbano, bajo las bombas. Si podemos sobrevivir a las guerras, a la crisis también.

-El público infantil le interesa especialmente, ¿por qué?

-Me divierto mucho tocando para los niños y aprendo mucho de ellos. Hay un antes y un después de tocar para el público infantil. Es un aprendizaje muy importante porque son muy sinceros y por eso son muy exigentes. Es un público muy honesto.