La catedrática de Genómica Laura sánchez explica que Izpisúa lleva trabajando en diferentes modelos de animales, entre ellos el pez cebra y en xenotransplantes -inyectándoles células humanas para ver su evolución con diferentes tratamientos farmacológicos- durante muchos años. Y, aunque el pez cebra es idóneo por su capacidad de regeneración de aletas y corazón, como también algunos anfibios, "hasta la fecha no se conocen casos de mamíferos, la regeneración de órganos es casi inexistente solo se en el hígado", adelanta. Luego, se practicó la transgénesis, consistente en inyectar genes humanos a los embriones del cerdo, para que fueran histocompatibles.

"Es una línea de investigación tremendamente cara -mantener animales con unas manipulaciones genéticas- y además, hacer xenotrasplantes no previene que puedas transferir algunos virus del animal a la persona con el trasplante", añade Sánchez Piñón. Aunque aplaude esta nueva línea de la medicina regenerativa, también asegura que existen alternativas. Para la experta, en la actualidad conviven varias líneas de investigación. En España cobra fuerza la opción en la que trabaja el equipo que dirige Manuel Serrano, del CNIO y que se publicó hace unos meses en Nature.

El experto en Medicina Genómica gallego, Xulio Maside, se plantea dudas con respecto a la técnica que propone Izpisúa. "¿Es posible contralar la actividad de los virus pocinos para evitarles que infecten las células humanas de los órganos que se desarrollan?", se pregunta. Hay que identificar todos los genes responsables de la formación de un órgano en un animal, porque si no ¿podría formarse, por ejemplo, un hígado un 80% humano y un 20% porcino?. De ahí surge la consideración de Maside, "¿es un órgano generado en un cerdo, humano o porcino?" o "¿qué sucedería en el caso de que el órgano "humano" fuese el encéfalo?". La genética, la ética y la biología molecular trabajan para obtener respuestas desde hace décadas.