"No ser Europa es hoy muy inquietante. A Ucrania ya le costó Crimea y no parará el asunto. Pero Europa es irreversible le guste o no a algunos y no solo porque la salida del euro es un suicidio, Salir de Europa es fácil pero volver a entrar es muy difícil", dijo ayer en el Club FARO José Enrique Ruiz-Doménec, catedrático de Historia Medieval de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Presentado por Roberto Relova, profesor de Musicología del Conservatorio Superior de Música de Vigo, el historiador charló sobre "Momentos decisivos que cambiaron la historia del mundo (y los que no)" y reconoció estar "impactado" de lo que está pasando a nivel global y local ("vengo de Barcelona y ya se imaginan ustedes").

"La historia -dijo-, que es como un bosque frondoso a veces y tenebroso otras en los que hay muchos senderos que nunca se conocen, se nos ha echado encima y si no la dominamos nos dominará. En mi opinión estamos viviendo un momento decisivo y, como en otros muchos, se invoca el derecho de las personas a ser dueñas de su destino, libre y democráticamente. La historia es maestra de la vida y debiéramos saber lo que ya nos ha enseñado y si no debieran preguntarnos a los que nos hemos dedicado a estudiarla y entenderla .La historia tiene su trama, lo árboles están ahí y el historiador debe construir caminos en el bosque para que la gente no se pierda".

De París a Waterloo

Autor en la editorial Libros de Vanguardia de "La trama del pasado (17 momentos que cambiaron la historia del mundo)", el último de sus muchos libros, Ruiz-Doménec hizo en su charla al calor del mismo un repaso a la historia universal seleccionando 17 momentos de la historia universal, un recorrido que nos lleva con interesantes reflexiones desde la batalla de Maratón hasta la guerra del Yom Kipur, aunque ayer no s refiriera a ella más que de paso. "Lo que me interesa -dice- es crear una trama de modo que si abordo la Revolución Francesa la sigo hasta Waterloo porque lo importante no es como empiezan las cosas sino como terminan".

.El medievalista recreó su charla en torno a conceptos como independencia, libertad, intriga, ocasiones perdidas, ilustración, estilo de vida, secreto... y fue engarzando en torno a ellos diferentes momentos históricos. Y en esa narración, preñada de batallas, surge la pregunta de si las guerras son el gran motor de la historia. "El mundo -dice él- siempre ha estado en guerra. Incluso los llamados períodos de paz tienen guerras locales como la de los Balcanes, Iraq o Siria. Es una práctica humana que ha tejido la historia. No hay todavía un sustituto de la guerra o su mutación en el siglo XX por la "guerra fría" por otra estrategia".

Habló de independencias. "Soy muy escéptico ante independencias locales de las que se habla ahora pero la independencia americana de 1776 es el punto de partida del mundo moderno, que ya deja de ser europeo para hacerse global. Además, su forma de entender la legitimidad del poder es novedosa, nunca hasta entonces se había puesto en práctica la utopía social de que el poder es del pueblo y para el pueblo, que los europeos adoptarán después con bastante resistencia. Sin los sucesos de Filadelfia probablemente la Revolución Francesa no hubiera tenido la legitimidad que tuvo".

Las ocasiones perdidas fueron otro de sus ejes de referencia. "La historia -dice- no es una línea de continuidad permanente y hay hechos, decisiones intempestivas que cambian su curso. El crac de 1929 fue responsable de la II Guerra Mundial porque alejó a Estados Unidos de sus responsabilidades en Europa, especialmente el apoyo financiero para que Alemania pudiera pagar los costes de la I Guerra Mundial que le habían asignado en el Tratado de Versalles. El descontento ante la espantosa inflación y enorme paro facilitó el discurso totalitario. Una vez más se comprueba lo que llega a costar una decisión precipitada y errónea como dejar a Europa con sus heridas abiertas en manos de demagogos y populistas que no mostraron escrúpulo alguno".