"No, si yo soy muy normal; no tengo manías". Esta es la primera reacción de la mayor parte de los escritores, pintores, músicos, cineastas y actores cuando se les pregunta si tienen alguna rareza a la hora de enfrentarse al proceso de creación.

Sin embargo, según avanza la conversación, salen a relucir en casi todos pequeños rituales cotidianos que les resultan imprescindibles antes, durante o después de sentarse a escribir, a dibujar o a subirse a un escenario. Todo es lícito para lograr que la imaginación se dispare, el ánimo se temple y se consiga el esperado resultado final.

Diez creadores gallegos -escritores, actores, directores de cine, diseñadores e ilustradores- relatan en este reportaje esas discretas manías que les ayudan cada día a concentrarse, convocar a las musas y dar vida a las obras que todos disfrutamos.

Madrugadores o trasnochadores. Para algunos artistas como el ilustrador Miguelanxo Prado el mejor momento para trabajar es la mañana, para otros como el escritor Domingo Villar y el cineasta Lois Patiño, la noche invita mucho más a la tarea de escribir. El chocolate negro y el café son imprescindibles para Villar y para Prado, mientras que la escritora lucense Marta Rivera de la Cruz es rígida en su tarea y ni come ni bebe mientras está escribiendo.

Tener un amuleto cerca puede ser un buen aliado para algunos creadores. El del actor vilagarciano Carlos Blanco es uno de los más curiosos: una dentadura que le regaló una amiga suya, protésica dental. Blanco también necesita lavarse los dientes siempre antes de salir al escenario. Afirma el también actor Manuel Manquiña que, para él, la única rutina obligada antes de actuar es "vaciar la vejiga".

El lugar de trabajo de los creadores es, para unos, un verdadero santuario y, para otros, un simple espacio que se puede intercambiar sin problemas si las circunstancias lo precisan. Así, mientras Miguelanxo Prado tiene una visión "muy íntima" de su estudio, donde no le agrada que entre nadie, para Lois Patiño, Marta Rivera o la diseñadora de moda Sara Coleman, el lugar de trabajo puede ser desde una playa a un aeropuerto donde uno escribe con el ordenador sobre las piernas. Música tranquila o silencio absoluto acompañan a cada uno de ellos ya que lo que para unos es una forma de evasión para otros es una distracción.

Antes de comenzar a trabajar, cada cual tiene su método. El director de cine Xavier Bermúdez necesita pasarse al menos una hora mirando fotos, pinturas, recortes de prensa o libros teóricos hasta que siente que es el momento de ponerse manos a la obra. Mientras tanto, la también directora Manane Rodríguez prefiere empaparse de documentación de todo tipo antes de escribir una sola línea. Sara Coleman sale a pasear al mar y recopila todo tipo de objetos que encuentra en la orilla y le inspiran mientras que el paseo en solitario es también un aliado indispensable para Domingo Villar y Manquiña.

Y es después de actuar cuando el músico Germán Fandiño necesita esa soledad, con lo que acostumbra a darse un paseo por los alrededores de la sala de conciertos y escuchar su propia respiración.