Cambaleo lleva más de 30 años haciendo teatro. Son un referente, independientes, aunque a los actores que integren la compañía esa etiqueta ni les interese, ni la compartan. Su buque insignia es La Nave de Cambaleo, en Aranjuez, Madrid, donde nace y se interpreta su universo. Desde noviembre, han representado en ella su última pieza, Nunca debimos empezar por ahí. Ahora, esta obra comienza gira y los madrileños han elegido el Teatro Ensalle de Vigo para el inicio.

En la sala gallega, actuarán en el X Festival Isto Ferve. Mañana viernes y el sábado a las 22.00 horas y el domingo, a las 21.00 horas. El director de la obra y dramaturgo, Carlos Sarrió, lanza una aclaración: "Es un espectáculo sin personajes. Somos nosotros mismos hablando hacia nosotros o con el público de diferentes temas o haciendo acciones".

Tras esta aclaración que dice mucho del proyecto creativo de esta compañía, cabe presentar a estos actores-personajes. Además del propio Sarrió, Eva Blanco, Antonio Sarrió, Julio C. García y Begoña Crespo.

En total, cinco personas que desnudarán sus reflexiones ante el público para analizar su presente y pasado individual, grupal pero también el colectivo. "Si hemos llegado al lío en el que estamos es porque algo malo habremos hecho en el pasado. Es la pregunta que queda en el aire. Se pone en cuestión todo lo que hemos hecho", explica Sarrió a modo de sinopsis.

Pero hay algo más, existe una punzada en los adentros que tiene que ver con el hecho teatral y con la vida que se le dedica desde un momento determinado. "El espectáculo -prosigue- acaba hablando de nosotros como compañía de teatro que llevamos treinta años trabajando pero hablamos de las instituciones, de lo que está pasando. Está -argumenta- el presente con referencias al pasado. En algunos temas, nos preguntamos y si... En qué momento, decidimos coger el recodo equivocado y tirar hacia donde no era"

Cuando el director recibe la pregunta de si esa es una reflexión sobre Cambaleo, este ni lo duda. "Sí", responde. Para conocer la encrucijada mental que lleva a esta respuesta no queda otra que meterse en el texto de la obra. Es decir, acudir al teatro.

Entre literatura poética y textos coloquiales alternados, Nunca debimos empezar por ahí prosigue su camino y Sarrió confiesa que, a pesar de sopesar la trayectoria, sigue haciendo teatro "por necesidad", pero no por una lastimosa, sino por otra que nace en un manantial interior que no se puede parar y que tampoco se sabe muy bien de dónde procede, aunque él no lo diga con estas palabras.