Preparar el desayuno en casa de los Postigo no es broma. La cosa no se resuelve con un paquete de galletas y un café. Y es que la matriarca de esta gran familia, Rosa Pich, ha tenido dieciocho hijos, de los cuales fallecieron tres, así que "el día que estamos todos pues gastamos unos cuatro litros de leche, cinco barras de pan, margarina, embutidos y tomate". Todo se pone en el centro de la mesa, que fue hecha a medida para ellos y que tiene una gran ruega giratoria en el centro donde se colocan los alimentos para que todos los puedan alcanzar sin levantarse.

Rosa Pich, además de ser madre y mujer trabajadora fuera de casa, sacó tiempo el verano pasado para escribir su primer libro "¿Cómo ser feliz con 1, 2,3?hijos?", porque ella es muy feliz, "me lo paso bomba con ellos". El libro, que ya va por su segunda edición, es una "guía para todas esas familias que se agobian con uno o dos hijos, porque a veces en la vida tenemos muchas carreras, muchos estudios, pero no tenemos ni idea de ser padres", explica la escritora, que está ahora enfrascada en la presentación de este libro que la lleva a recorrer muchas ciudades de España.

Si algo caracteriza a la escritora es su eterna sonrisa y su manera de encarar la vida con fuerza. Y es que aunque ahora su familia sea más que numerosa, a Rosa Pich y a su marido las cosas no se les presentaron fáciles desde un principio. Se casaron siendo muy jóvenes, ella tenía 23 años y él 28, y desde un principio sabían que querían una familia numerosa. "Al año de casarnos llegó nuestra primera hija, los médicos nos dijeron que tenía una cardiopatía muy severa y que no viviría más de tres meses, pero vivió hasta los veintidós años. Nuestro segundo hijo, Javi, murió a los dos años y medio también por un problema de corazón y nuestra tercera hija, Montsita falleció a los diez días de nacer. En menos de cuatro meses tuvimos que enterrar a dos de nuestros hijos y no sabíamos si la mayor iba a salir adelante".

Fueron tiempos difíciles para el matrimonio, que tuvo que oír como los médicos les recomendaban que no tuvieran más descendencia, ya que la dolencia cardiovascular podría repetirse. Pero dice Rosa Pich que en la cama de un matrimonio "no se mete nadie", así que ella y su marido, después de pensarlo, decidieron seguir adelante con la ilusión de formar una gran familia. Y así, a hijo por año, fue llegando el resto de la prole. Todos menos dos, que llegaron de un golpe, porque son gemelos. Hoy, como explica Rosa, "tengo quince hijos que viven y soy una mujer feliz".

En su libro, Rosa Pich explica cómo se organizan en casa para llevar a cabo las tareas, la cosa tiene su gracia, ya que los hermanos se organizan de dos en dos y el mayor se ocupa del pequeño, en esta familia todo está súper organizado. Para meterse en casa hubo que hacer la cuadratura del círculo, las literas son de cuatro plantas y cuando había bebés en casa, que durante años fue casi siempre, se colocaba la cunita entre las dos columnas de literas de cada habitación. "En nuestra casa todos formamos un equipo en el que nos ayudamos los unos a los otros, nos conocemos tanto que todos conocemos nuestros puntos fuertes y los débiles", explica.

La compra en casa de los Postigo se hace una vez al mes y por internet y desde que la crisis se instaló en España se han quitado ciertos lujos. "Aquí la leche se toma sola, así que cuando mis hijos van a casa de algunos amigos y toman Cola Cao lo disfrutan muchísimo y lo valoran". En la compra mensual el repartidor lleva a su casa mil trescientas galletas, doscientos cuarenta litros de leche, cien huevos, noventa y seis rollos de papel higiénico y veinticinco kilos de patatas. Para ahorrarse un dinero en el pan, la familia ha llegado a un acuerdo con un panadero que vive a quince minutos de casa y que les aplica un descuento en cada barra. Los niños se turnan par air a buscarlo calentito cada mañana.

La historia de esta gran familia, que vive en Barcelona, ha traspasado fronteras y ha llamado la atención incluso a la cadena de televisión BBC que cuando vio el dormitorio del matrimonio se pusieron a grabar como locos la cama asegurando: "This is the factory of the children" o lo que es lo mismo, "esta es la fábrica de los niños". Pero la verdadera fábrica la lleva Rosa en sus entrañas. "Los médicos no sabían que podía pasar, porque date cuenta que una mujer no suele ponerse diecisiete epidurales, pero yo lo hice y todo salió bien. El género humano es muy fuerte, y cada parto merece la pena, porque estar todos juntos es una auténtica gozada. Yo creo que la sociedad debe de darse cuenta que lo mejor que puedes darle a un hijo es un hermano".

Pich no sabe si va a escribir otro libro o no, pero en este ha recogido una buena colección de anécdotas de su gran familia, y sobret odo ha demostrado que la vida hay que afrontarla como viene, y que "aunque todo el mundo tienen mil razones para salir llorando a la calle, yo prefiero el alegría Macarena. La felicidad está en el día a día con tu marido y tus hijos. Eso es ser feliz, compartir y pasártelo bomba".