>>Aquel niño vigués nacido en plena guerra civil, que pasó como muchos una infancia nada confortable, ya dio muestra de su capacidad para hacerse a sí mismo con las 28 matrículas que sumó en el Bachillerato cursado del Instituto Santa Irene. No consiguió tantas, solo 18, durante sus estudios de Medicina en Santiago, aunque hacerlos becado por Educación en tiempos de "becas flacas" y ser candidato al Premio Extraordinario Fin de Carrera lo sitúan entre los estudiantes más distinguidos de su tiempo. Alumno interno en la cátedra de Patología Quirúrgica, tras hacer el rotatorio en el hospital entonces más moderno de España, el madrileño Puerta de Hierro, a donde llegó seleccionado para formar parte de los cuadros de la nueva Medicina española, consiguió el acceso a la especialización en Anatomía Patológica en la mundialmente reconocida Clínica Mayo de EE UU. Joaquín González-Carrero, su sucesor en el Servicio de Anatomía Patológica del Xeral de Vigo, resume así la misión que le tocó a su vuelta a España: "Él y unos cuantos pioneros formados en el extranjero volvieron a una España en la que, como en tierras de misión, introdujeron esta especialidad antes inexistente. Fundador de este Servicio en Vigo, lo convirtió en el más importante de Galicia y, durante muchos años, fue un magnífico maestro que dejó discípulos extendidos por toda Galicia".

>>Dura infancia. "Nací en Vigo, en 1937 en plena guerra civil, habiendo transcurrido mi infancia, en la posguerra, en condiciones bastante duras como las de casi todo el mundo entonces. Los años cinco y seis de mi niñez los viví en Ferrol, con unos tíos paternos bastante acomodados, en un paréntesis de mayor bienestar material que retornó a su austeridad anterior al regresar a Vigo tras el repentino fallecimiento de mi tío y padrino. Mis primeros amigos y juegos de la infancia están ligados a Las Traviesas, ya que vivíamos en la calle López Mora, muy cerca de la Iglesia de los Padres Carmelitas. Allí, además de haber sido monaguillo, debuté en el mundo del teatro infantil con múltiples representaciones, algunas de las cuales en diversas galas benéficas extramuros, que denominábamos "salida a provincias". El Vigo que recuerdo de mi niñez y adolescencia -la ciudad perdida- era una hermosa urbe con más encanto y belleza que la actual. Una verdadera "polis" en el sentido clásico. El centro de la ciudad, hoy depauperado por el éxodo a las grandes superficies, era un hervidero humano que tenía a la calle del Príncipe como salón social indiscutible. Todavía alcancé los últimos efluvios de la época dorada del Vigo del primer tercio del siglo XX, con la mayor parte de su elegancia arquitectónica preservada sin la mutilación y feísmo posteriores. De los desplazamientos veraniegos, con mis padres y hermanos, recuerdo con especial nostalgia las estancias en Mondariz Balneario con su aura entonces ya decadente, rescoldo de su belle époque del cambio de siglo".

>>Los estudios primeros. "Tras las primeras letras en la escuela primaria de "Dña. Concha", tuve la fortuna de acceder a la denominada escuela preparatoria de ingreso del entonces recién inaugurado Instituto Santa Irene. Fue el año que sigo considerando más formativo de mi vida escolar. Cursé seguidamente todo el bachillerato en el Santa Irene, cuya magnífica calidad de enseñanza en la época he ido apreciando más con el transcurso del tiempo ante el triste espectáculo de los múltiples planes de enseñanza, de calidad en general decreciente, que el país ha venido soportando. Tuve extraordinarios profesores; citaré únicamente a Carmen Ambroj como prototipo de un claustro humanista e ilustrado. También inicié entonces la amistad entrañable con Agustín Lojo, continuada en la Universidad, en el ejercicio posterior de la medicina, y hasta el día de hoy. El economista Alfonso Carbajo Isla y el físico Juan J. Lorenzo Andrade son otros de los muchos destacados profesionales que produjo el Santa Irene en su primera época. Este último me convenció de la importancia de llegar a dominar el inglés, tarea que acometí con denuedo con el apoyo inestimable de las clases radiofónicas de la BBC. Es muy triste que nuestra juventud continúe tantas décadas después con esta asignatura pendiente. Para mí fue literalmente vital en mi formación y actividad profesional posteriores".

>>La vocación artística. "Durante el bachillerato hubo tiempo de ocio para "proseguir mi carrera artística". El haber ganado un concurso de redacción convocado por la emisora local única de entonces, "EAJ - 48 Radio Vigo", me catapultó a su lectura en una de las populares emisiones infantiles de los jueves, y posterior participación en las mismas durante unos tres años. Recuerdo con fruición las galas benéficas en los teatros García Barbón y Fraga con "gran éxito de crítica y público". La productora cinematográfica Suevia Films (del vigués Cesáreo González) solicitó a la cantera de artistas infantiles de Radio Vigo un muchacho de diez a doce años con desparpajo suficiente para una corta participación en la película " Ché, que loco!" y así fui de nuevo catapultado esta vez al séptimo arte debutando con Pepe Iglesias "El Zorro" y una jovencísima Emma Penella en una escena filmada en la playa de Samil y en el parque del Castro. A veces he pensado si hubiera llegado más lejos por este camino artístico allí amputado en aras de la Ciencia".

>>El paso por Guinea. "Apenas cumplidos los dieciocho años, unos amigos de la familia con intereses en la entonces Guinea española me ofrecieron empleo en la gestión de una de sus empresas en la Colonia. El viaje marítimo en el "Dómine" supuso mi primera salida de España. Las escalas en Cádiz, Las Palmas, Tenerife y Monrovia (Liberia), junto con rápidas amistadas labradas abordo constituyeron todo un cursillo acelerado para tratar de hacer de mí un adulto. Al llegar me adjudicaron un "boy" (asistente personal) y un "cook" (cocinero), nativos como parte del contrato de trabajo habitual para la administración procedente de la metrópoli. La capital Santa Isabel (hoy Malabo) en la isla de Fernando Poo (hoy Isla de Bioko) era entonces una bella y cuidada ciudad colonial. Los blancos no realizaban trabajo físico alguno sino sólo directivo. Los nativos eran entonces gente en general sumisa y bondadosa aunque poco afectos al trabajo y la disciplina. Por ello la "labor directiva" resultaba frecuentemente ser un eufemismo desafortunado. Transcurrido un año, no logré adaptarme, en parte porque era demasiado joven e inmaduro, pero recuerdo aquel hermoso y exótico país y sus buenas gentes con gran afecto.".

>>La Universidad. "Retornado a la península logré iniciar la carrera de medicina en la Universidad de Santiago de Compostela. El primer año me hospedé en la pensión de estudiantes "La Fefa", en una buhardilla (hoy desaparecida) de la Casa de los Arcos en la emblemática Plaza de la Quintana, justo a los pies de la Torre Gabriela, a las campanas de cuyo reloj pronto logré acostumbrarme. Es el año que recuerdo con aura más romántica en buena parte emulando la atmósfera residual de la Casa de la Troya. Desde el curso siguiente obtuve una beca de Colegio Mayor que mantuve el resto de la carrera, en el "C.M. San Clemente" ubicado en "La Residencia" (hoy denominado Campus Sur). Fue una gran suerte por la multitud de actividades culturales que entonces conseguían desarrollar estas instituciones esenciales para una formación universitaria en sentido amplio. Allí conviví con innumerables compañeros entrañables de todas las ramas universitarias y profesores residentes de gran recuerdo como el filósofo Carlos París (nuestro primer director), el catedrático de prehistoria Carlos Alonso del Real o los historiadores Carlos Cepeda y Antonio Eiras Roel. La formación médica de la época tenía un énfasis desmesurado en la parte teórica con predominio absoluto de clases magistrales (muchas de gran calidad) apoyadas únicamente en encerado y tiza, apenas diapositivas, y toma denodada de apuntes por nuestra parte. En los años pre-clínicos existía una sobrecarga excesiva en la formación anatómica decimonónica en detrimento de la moderna biociencia básica que con el tiempo hube de compensar. Los cursos avanzados ya propiamente clínicos transcurrieron en un Hospital con medios depauperados pero con algunos profesores soberbios, entre ellos Puente Domínguez, Perianes Carro, Segovia de Arana o Peña Guitián. Las monjitas de la Caridad eran la base de la Institución y trataban de disciplinar a las jóvenes estudiantes de enfermería, resguardándolas de excesivas atenciones por parte de nosotros los estudiantes. Apenas teníamos compañeras estudiando la carrera aunque destacaré con gran cariño a la catedrática Mari Carmen Porto, que fue para muchos de nosotros un ángel protector suministrándonos habitualmente sus apuntes que tomaba con gran maestría. Los recuerdos de esos años en aquel Santiago provinciano pero entrañable son numerosos e imborrables. Los primeros amores, tantas películas cuyo final vi muchos años después en televisión porque nuestras novias tenían que regresar puntualmente a las diez de la noche a sus residencias de monjas".

>>Aquel verano del 61. "El verano de 1961, junto con otros compañeros de Santiago, transcurrió en Fridaybridge, una comunidad rural en las cercanías de Cambridge, Reino Unido, en un campo de recogida de fresas y grosellas para universitarios europeos instalada básicamente en los hangares y barracones de un campo de prisioneros de la II Guerra Mundial. A los pocos días recogiendo fresas tenía notable dificultad para caminar erecto. Afortunadamente logré ser contratado en la fábrica de enlatado de las fresas donde trabajaba en posición erguida rellenando miles de envases. La monotonía del quehacer pronto hizo mella en mí provocando despistes que causaron varios traslados obligados, hasta que felizmente mis amigos lograron introducirme como miembro del staff de la cocina del campo, en la sección de sándwiches, del que los españoles llegamos a ser auténticos maestros. Regresé con mi inglés muy mejorado, con unos ahorrillos para ayudar el resto de la carrera y abundante ropa inglesa que a la sazón causaba impresión notable en Santiago.

>>De Puerta de Hierro a la Clínica Mayo. "Finalizada la carrera de medicina, nuestro profesor Segovia de Arana fue llamado para inaugurar en Madrid la Clínica Puerta de Hierro creada como primer Hospital realmente moderno (con muy honrosas excepciones) por las autoridades sanitarias de entonces, con la ambiciosa pretensión -cumplida con creces- de formar los primeros cuadros médicos que desarrollasen sus respectivas especialidades en la naciente red de modernos hospitales que acabaron jalonando toda la geografía española. El profesor Segovia se llevó consigo a los cinco mejores de nuestra promoción compostelana de 1964, que con otros veinte del resto del país (obvio favoritismo pro gallego por una vez) constituimos los primeros veinticinco jóvenes médicos internos-residentes (embrión de los futuros MIR). Fue un salto gigantesco en organización y medios en un hermoso hospital ultramoderno para la época que facilitó mucho mi rápida aclimatación profesional en EE UU. En ese año aprobé el examen "foreign" administrado por la Embajada estadounidense para admisión de médicos extranjeros a la especialización en hospitales docentes norteamericanos. En 1966 realicé el entonces preceptivo Internado Rotatorio en el Mercy Hospital de Desmoines, filial de la Universidad del Estado de Iowa. Allí nació mi hijo Javier Jr. quien también llegaría a ser patólogo, prematuramente fallecido en el año 2000. Tras un año en Iowa obtuve las necesarias referencias directas norteamericanas para lograr acceso a la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota, un complejo de varios edificios incluyendo dos grandes hospitales, considerado entre los mejores centros médicos del país, donde realicé mi especialización como patólogo hasta mi regreso en 1972. Después realicé varios retornos en veranos para recargar baterías".

>> La experiencia americana. "La medicina norteamericana era entonces muy superior a la española, no en conocimientos teóricos con los que siempre hemos contado, sino en medios materiales, logística, gestión, eficiencia y disciplina. Tuve el privilegio de formarme con algunos de los mejores patólogos de la época (Dockerty, Woolner, Sayre, Kernohan, Bagestoss, Winkelman, etc€). El límite a la excelencia obtenible estuvo en lo que mis capacidades mentales fueron capaces de absorber. Con especial cariño recuerdo al entrañable profesor David C. Dahlin, autoridad mundial en patología ósea, que me tomó especial afecto. Ante lo que él llamaba "mi desparpajo latino" me bautizó como "The Spanish Prince", alias que hizo cierta fortuna localmente, y me decía que esperaba de mí que llegase a ser médico consultor de la Casa Real española. Obviamente no fue el caso, pero mi colega gallego y compañero de entonces en la Mayo, el Dr. Miguel Cabanela, quien permaneció en su Staff hasta el día de hoy, se desplazó recientemente desde Rochester para operar a su Majestad el Rey. El Dr. Dahlin erró con la persona, pero no con la Institución. El Dr. Valentín Fuster es otro compatriota ilustre, muy conocido hoy en España, que también se formó en la Clínica Mayo".

>> Regreso a España. "A mi regreso a España comencé en el año 1973 en el entonces inaugurado nuevo Hospital Universitario de Santiago (Hospital General de Galicia) pero retorné al año siguiente a mi Vigo natal al haber obtenido la Jefatura de Servicio del Hospital Xeral, entonces renovado e incorporado a la red de hospitales modernos jerarquizados nacientes, hoy parte del CHUVI (Complejo Hospitalario Universitario de Vigo). Con los primeros miembros de mi Staff, tuvimos que crear el Servicio literalmente desde cero, iniciando así en Vigo la Anatomía Patológica (Patología) como especialidad médica hospitalaria. Una parte importante de mi energía mental y física hubo de disiparse en las tareas de tipo logístico y organizativo que alguien tenía que abordar. Aunque comenzamos naturalmente a servir a los pacientes desde el primer día, tardamos años en alcanzar un Servicio bien dotado, con ultra estructura, inmunopatología, patología molecular, banco de tumores, etc. En 1976 obtuvimos la Acreditación Docente preceptiva para la formación de Especialistas en Anatomía Patológica como parte de la integración del Hospital en el naciente sistema de formación MIR que con los años revolucionó, a pesar de sus deficiencias, la medicina española, situando al sistema de salud español como un referente mundial. Un salto enorme desde mis años en la Facultad".

>> Llega la jubilación. "Llegada mi jubilación en 2007, habiendo sido parte de la primera generación de patólogos made in USA, quiero creer que aporté mi granito de arena, junto con otros muchos colegas, que han ido configurando la medicina española actual, cuya calidad y accesibilidad hay que tratar de preservar y mejorar. Me satisface saber que el testigo ha pasado a las manos de excelentes profesionales ya formados en España. Pensé en estudiar otra carrera, esta vez por placer. No lo hice pero me encuentro sumergido en la lectura y retomando con ella la ciencia biomédica, pero esta vez centrado en el órgano más fascinante y complejo de la economía humana: el cerebro, abordado hoy desde la moderna neurociencia".

"VIVÍ MUCHOS CASOS DE ENTEREZA ANTE LA MUERTE"

"En los largos años de ejercicio profesional inevitablemente se viven muchos momentos dramáticos y estresantes. En mi caso, como patólogo, están ligados a las denominadas biopsias intra-operatorias, que exigen un diagnóstico certero y rápido, "en vivo y en directo", para guiar al cirujano en el curso de una intervención quirúrgica. El imaginario colectivo considera al patólogo un suministrador de malas noticias, a veces letales. Pero por fortuna son muchas más las veces en que nuestros diagnósticos son de benignidad. La gran felicidad que estos últimos suscitan en pacientes y en sus seres cercanos constituyen nuestras experiencias más confortantes. He vivido muchos casos de entereza y serenidad ejemplares ante la enfermedad y la muerte. Y cada día ruego para estar a la altura de las circunstancias, cuando invertidos los papeles, sea yo mismo el paciente".