"Tenemos 4.000 máquinas de escribir, de ellas 3.000 en perfecto estado para ser utilizadas. Un país asiático nos hizo una propuesta de compra pero no queremos desprendernos de la colección, es algo muy especial para nuestra familia". Así se expresan Alfredo y Luis Sirvent, dos de los cinco hermanos que han reunido en Vigo una de las diez mejores colecciones de máquinas de escribir del mundo y la tercera de Europa.

Adentrarse en el almacén donde guardan tan preciado tesoro es ir de sorpresa en sorpresa. Máquinas de escribir de todos los materiales y tamaños -incluso de madera-, de todas las épocas y para todos los gustos. Máquinas que escriben música, o en braille, otras con teclas bañadas en oro, piezas originales con caracteres japoneses o rusos, e incluso una máquina nazi que tiene un SS en el teclado… Además de las máquinas, en su nave de mobiliario e interiorismo de la Gran Vía viguesa guardan una importante colección de carteles y cajas de cintas de las principales firmas tipográficas.

Todo comenzó en 1940 cuando su padre, Alfredo Sirvent, montó en Vigo un taller de mantenimiento y servicio técnico de máquinas de escribir, en la calle Velázquez Moreno de Vigo; en la década de los 50 empezó a almacenar algunos modelos que se quedaban anticuados ante las nuevas ofertas. Y es que algunas firmas, como Hispano-Olivetti, favorecían la compra de nuevos modelos con la condición de que desapareciesen los viejos. Tras el fallecimiento de su padre, los hermanos Sirvent -además de Alfredo y Luis están José, Ricardo y Juan- decidieron rendirle homenaje manteniendo aquella vieja afición. Acudieron a subastas y fueron haciéndose poco a poco con una colección única. "Tenemos algunas máquinas de escribir únicas en el mundo -señala Alfredo Sirvent-; nosotros decimos única conocida, porque siempre puede aparecer otra similar en algún desván".

La pieza más antigua de la colección es una réplica de una Malling Hansen danesa de 1867. Hay curiosidades como la Scholes & Glidden (EE UU, 1873), que dispone de una mesa similar a las de las máquinas de coser, o como la Ingersoll americana de 1892, posiblemente la máquina de escribir más simple del mundo, con tipos de madera para imprimir las letras una a una; "la máquina de los Picapiedra", le llama Luis Sirvent.

La máquina favorita de Alfredo Sirvent es la Underwood de 1896 (EE UU), "porque fue la que fijó los estándares de todas las demás, que copiaron la estructura básica de ese modelo". Luis, por su parte, se queda con dos modelos: "En la parte sentimental me quedo con la Atlántida, un prototipo de máquina española única porque aunque la fábrica estaba ya montada, al final no llegó a producirse. En el aspecto estético y de diseño, mi favorita es la Valentine (Italia-España, 1969), ligada al arte pop".

Los hermanos Sirvent ponen todo su empeño en cuidar con mimo estos objetos únicos. Las 4.000 máquinas están cerradas en bolsas o sus respectivas cajas y en el almacén hay deshumidificadores para que la humedad no afecta al funcionamiento de las mismas. También disponen de un taller donde guardan piezas de los principales modelos y reparan las piezas que se encuentran estropeadas.

Además de la exposición que organizaron en 2011 en la Cidade da Cultura, han recibido alguna oferta para exhibir la colección en otros lugares de España. Son conscientes de que la situación actual no es la más apropiada, pero lamentan no contar con apoyo de las instituciones para dar a conocer estas máquinas al gran público. "Lo ideal -comenta Luis- sería contar con un museo, donde poder hacer exposiciones temáticas relacionadas con la literatura, el cine o la música, porque la máquina de escribir está ligada a la cultura de los últimos siglos".

Las máquinas de algunos escritores famosos

Las máquinas de algunos escritores famosos

  • La revolución que en su momento supuso la máquina de escribir tuvo su época de mayor esplendor durante la primera mitad del siglo XX. Ya antes, sin embargo, hubo escritores que elogiaron las posibilidades de las nuevas máquinas. Uno de ellos fue Mark Twain, que en una carta a su hermano en 1875 describía así sus ventajas: “Uno puede reclinarse en su silla y trabajar con ella, permite apilar un montón de palabras en una sola página, y no ensucia ni esparce manchas de tinta. Por supuesto, permite ahorrar papel”. Ernest Hemingway, por su parte, afirmó que “mi psicoanalista es mi máquina de escribir”. Aunque a lo largo de los años utilizó varios modelos, entre ellos la Royal Model P con la que escribía cartas desde Cuba, su preferida era la Corona Model 3 portátil que le regalaron cuando cumplió 22 años.Agatha Christie era partidaria de las Remington. Utilizó un portátil Nº 2 y también una Remington Victor T. Mientas que William Faulkner aparece en una famosa fotografía tecleando una Underwood portátil. Dashiell Hammett utilizaba una Royal De Luxe, Flannery O’ Connor escribía en una Remington Deluxe Noiseless portátil y Don Delillo en una Olympia SM3 De Luxe. Fieles compañeras en momentos de inspiración que ahora se encuentran en peligro de extinción.