"Las dos medicinas que más han crecido en los últimos años de Occidente son la psiquiatría y la cirugía estética", dijo ayer en el Club FARO el psiquiatra Enrique Rojas, en una charla que, bajo el título "Vive tu vida y aprende a quererte" le presentó Domingo Bello Janeiro, catedrático de Derecho Civil en la Universidad de A Coruña. "Vivimos tiempos de extravío. Veo mucha gente perdida en lo fundamental, desorientada entre tanto bombardeo informativo, flotando sin saber bien hacia dónde dirigirse ante tanto cambio vertiginoso", añadió Rojas ante un auditorio que llenaba hasta el último rincón del auditorio vigués del Areal.

El catedrático de Psiquiatría y Psicología Médica, cuyo último libro es Vive tu vida (Temas de Hoy) pasó de inmediato a desmenuzar cada una de las distintas etapas de la vida -infancia, pubertad, adolescencia, primera juventud, madurez y tercera edad- dando unas pinceladas sobre lo más interesante que las caracteriza. Suya fue la frase, en mitad de la charla: "La primera epidemia mundial de los países desarrollados es la ruptura conyugal".

"La infancia -comenzó- es un periodo decisivo donde se lleva la palma la relación madre-hijo. El niño va descubriendo la vida de forma gradual y progresiva. La primera exploración que hace el niño es a través de la boca: ésta se convierte en el primer elemento para contactar con la realidad. Las mucosas bucales van a ser la primeras en explorar la realidad que está fuera de él. Con seis, siete u ocho meses el niño ya gatea y enseguida empieza a andar. Son los primeros atisbos de libertad. Cuando el niño tiene año y medio maneja 40, 50 o 60 palabras, con tres años 1.000 palabras. En ese espacio de tiempo se ha producido un aumento exponencial del lenguaje. Nombrar las cosas es apoderarse de ellas".

Entre los seis, siete u ocho años va entrando, según Rojas, una etapa personalista, de la comprensión analítica y el pensamiento conceptual. Insisto en que casi todo está en la infancia. Esto quiere decir que si un niño ha crecido en un ambiente afectivo y educativo adecuado, va a salir de ella fortalecido. Viene la edad de las preguntas (¿eso qué es?, ¿para qué sirve?)".

Pasó de puntillas el psiquiatra por esas edad escolar entre los seis a diez o doce años, "de importantes cambios físicos y psicológicos", para entrar en la pubertad, entre los 10 y 14 las chicas y los 12 y 17 los chicos, y en ella señaló tres grandes "acantilados": la vida afectiva, la inteligencia y la voluntad. "Para mí -señaló- en la educación del adolescente la pieza clave es la voluntad. Uno de los indicadores más claros de salud mental es tener una voluntad rocosa. La voluntad es la joya de la corona de la ingeniería de la conducta y quien la tiene, tiene un tesoro".

Como es en esa etapa donde surge el descubrimiento de la intimidad sexual, Rojas distinguió dos modalidades de sexualidad, el sexo sin amor y el sexo con amor comprometido. "La primera es una relación anónima con el cuerpo del otro como objeto; la segunda, que es más íntegra, entremezcla lo físico, lo psicológico, lo espiritual y las historias personales. Las relaciones sin amor son pura genitalidad pero con amor son una gran sinfonía".

Habló después de la adolescencia y del enamoramiento para pasar a la primera juventud, en que se ponen de pie las cuatro piezas de la maduración: física, psicológica, social y cultural.. "Aparecen la personalidad -dice Rojas- , el sello de cada uno, y el proyecto de vida. La personalidad es un tercio adquirida (carácter), otro tercio heredada (temperamento) y el resto biográfica... La madurez social significa la capacidad para tener un buen nivel de contacto interpersonal: adquirir habilidades sociales, tener recursos para la comunicación, conocer las reglas del juego social, evitar el miedo al qué dirán... En cuanto al proyecto de vida, va incluyendo los cuatro grandes argumentos de la vida, abriéndose paso entre masas de pensamientos: amor, trabajo, cultura y amistad. Lo que más frena a una persona, aparte de ansiedad o depresiones, a disfrutar de su vida es no haber sabido diseñar un proyecto vital.