La concertista catalana Laia Martín explica cómo ha vivido los últimos diez años bajo la acusación de provocar daños psíquicos a una vecina de Puigcerdá por el sonido de su piano y la petición de una pena de siete años y medio de prisión. En la primera entrevista tras el largo proceso que ha acabado con la absolución, la joven confiesa que fue "un calvario" se muestra sorprendida y no oculta su malestar con la Fiscalía por solicitar cárcel tanto para ella como para sus padres en la Audiencia de Gerona. La sentencia absolutoria es muy crítica con la petición de la pena y también por los seis años de tramitación del caso. Martín ha vivido desde los 18 años hasta los 28 bajo la presión de saber que la acusaban de unos delitos que ella en todo momento ha negado. La pianista se muestra satisfecha por el fallo y asegura que está contenta por el resto de músicos que pueden sufrir situaciones semejantes. Actualmente, estudia un máster de interpretación en un conservatorio de Rovigo, en Italia, que combina con conciertos.

-¿Ha cogido manía al piano después de 10 años bajo presión?

-No, en absoluto, más bien al contrario porque se ha convertido en mi profesión.

-¿Cómo valora la sentencia absolutoria?

-Me siento muy satisfecha y sobre todo contenta por el resto de los músicos porque esto ha generado jurisprudencia y soy consciente de lo que significa. Me ha tocado a mí sufrirlo, pero le hubiera podido tocar a cualquier otro .

-¿Lo considera una victoria?

-Una victoria no, porque no debería haber existido ninguna denuncia y ,por tanto, ni una victoria ni una derrota. Pero ya que ha existido, espero que sirva para que nadie lo vuelva a sufrir.

-A lo largo del proceso la Fiscalía ha pasado de pedirle 7,5 años de cárcel a 20 meses por tocar el piano. ¿Cómo ve su papel en el caso?

-Si alguien que ha tenido esta causa en sus manos durante estos años hubiera sabido qué eran 36,8 decibelios no habría pedido esta pena, la indemnización y la inhabilitación. Los temas sobre medio ambiente son unos problemas muy modernos y aunque se haya legislado no se sabe cómo actuar. Los 36,8 decibelios son muy pocos y por la OMS (Organización Mundial de la Salud ) son considerados, incluso, sensación de placer.

-¿Cree que ha faltado saber aplicar bien la ley?

-Lo que ha faltado es saber de acústica. Cuando se está legislando algo que está vinculado con otra ciencia encuentro bien que se legisle y se tomen medidas, pero hay que saber qué se tiene entre manos.

-¿Cómo ve que la vecina presente recurso a la sentencia?

-Está en su derecho .

-Echando una mirada atrás, hace 10 años, ¿recuerda cómo se sentía entonces con las quejas de la vecina?

-Presionada porque yo era muy joven. Tenía impotencia y sentía incomprensión por lo que me estaba pasando. Fue muy duro el proceso cuando estaba por la vía administrativa. Nosotros, contrariamente a lo que se ha dicho, siempre hicimos caso de todos los requerimientos e hicimos las actuaciones que nos solicitaban.

-Y cuando el proceso se derivó por la vía penal, ¿qué cambió?

-Era inimaginable porque cuando pasó a los juzgados ya hacía más de seis meses que teníamos el piso en venta. Nos cambiamos de lugar de residencia por ella -la vecina-. Y como el piso no se vendía y la situación tampoco mejoraba fuimos a Francia a vivir de alquiler durante dos años y medio. Todo el proceso fue un trasiego económico y familiar.

-Sus padres también fueron acusados. ¿Cómo están ahora tras la sentencia absolutoria?

- Sí, a todos nos pusieron en el mismo saco. Yo entonces era mayor de edad y nunca hemos entendido qué hacían mis padres aquí. Supongo que lo hicieron para sacar más sí éramos tres. Mis padres ahora están aliviados, pero son muchos años y lo han de digerir poco a poco.

-¿Su carrera profesional se ha visto afectada por las acusaciones de la vecina?

-No, siempre he intentado que me afectara profesionalmente lo menos posible porque sino era la derrota. Además, siempre he tenido muy claro que conseguiríamos el objetivo.

-Ha recibido muchas muestras de apoyo de aquí y del extranjero por su caso. ¿Se lo esperaba?

-No, la gente se ha portado muy bien conmigo. Quiero darles las gracias. Incluso gente muy bien considerada, como la pianista mexicana Guadalupe Parrondo, que me ha apoyado mucho y siempre ha sido muy positiva.

-A pesar de haber tenido que ir a juicio, ¿saca una experiencia positiva?

-Fue una experiencia muy dura sobre todo cuando era muy joven pero ahora me ha servido para aprender muchísimo. He podido volver a confiar otra vez con muchos aspectos en los que no creía. Y creo que incluso me beneficiará profesionalmente porque tendré muchas cosas más que decir, porque al fin y al cabo mi profesión es comunicar y expresar. Mi abogado y el ingeniero me han enseñado mucho.

-¿Se encuentra preparada para encarar nuevos conciertos?

-En breve haré alguno y hacia el verano espero poder volver a tocar en Puigcerdà.