Miguel Poveda es un hito, ya, del flamenco. Se dio a conocer en el Festival de Cante de las Minas de La Unión celebrado en 1993, donde, con 20 años, obtuvo cuatro galardones (incluido el más prestigioso, la "Lámpara Minera"). Discográficamente se estrenó con "Viento del este" en 1994, uno de los discos de su década para "Rockdelux". Desde entonces un total de once trabajos (si contamos algún directo en el recuento) con paradas importantes como "Coplas del querer", donde reinventaba el género de la Piquer.

Su arte está en esa voz como de plata y sangre. Pero también en el saber estar y saber hacer. En tener la inquietud aliada al valor para avanzar caminos exóticos con parada en el jazz, lo orquestal o lo casi pop. Y en tener la sabiduría y el talento para hacerlo bien, con gusto, sin megalomanías de estrella desnortada. Porque Poveda no es una figura de modas pasajeras, Miguel Poveda es una firme, relumbrante estrella flamenca con pasado, presente y mucho futuro. Eterno flamenco. Cosa seria.

"Íntimo" es el espectáculo que nos acercó el cantante jondo de Barcelona, un formato de austeridad y recogimiento (arropado por Joan Amargós al piano y la guitarra de Juan Gómez, "Chicuelo"). El escenario austero, huérfano de todo adorno o efecto que distrajese de lo importante.

Poveda (sí, él es lo importante) abrió la noche con un viaje de canción flamenca sobre sonetos de Miguel Hernández ("Para la libertad" fue la canción que inauguró la actuación), Lorca o Ángel González. Bastó atender a la ovación continuada en este arranque para comprender que hoy el Flamenco, con mayúscula, es Miguel Poveda.

En esta primera parte viró al cante versos ajenos, como los citados, y recorrió la tradición flamenca. En la segunda, fue el momento de reivindicar la copla (momento que aprovechó para recordar y despedir a Manolo Escobar). Poveda no falla en ninguna de las facetas de su trabajo, pero no olvida situarse en el flamenco puro con toda la tradición bullendo en el timbre y en el "quejío" de su voz, personalizando estilos con su nítido toque.

El Auditorio no se llenó, pero el público que sí tuvo el buen reflejo de no perdérselo sí que se entregó al talento, brutal, de Poveda en su primera parada en Vigo. Más que grande. Colosal. Que vuelva pronto.