El año en que nació

1926, Vigo andaba por los 60.000 habitantes y crecía con desmesura. Vista su vida podríamos dudar si es un ser terrestre o anfibio porque la pasó siempre entre la tierra y el mar y no se sabe donde más tiempo. Hijo del fundador de los casi centenarios astilleros vigueses Lagos y director después de los mismos junto a su hermano Juan durante medio siglo, quienes lo conocen dicen que es una de las personas que más ha contribuido a la difusión de la navegación deportiva en Galicia, tanto como practicante apasionado y organizador de regatas como a través de su empresa, en la que con dos de sus cinco hijos al frente se cumple la tercera generación. Lo suyo fue fundamentalmente la construcción y restauración de embarcaciones de recreo que hoy llamamos clásicas pero que fueron revolucionarias para su época. Desde piraguas a lanchas de desembarco para la Marina de Guerra pasando por todas las clases deportivas, cientos de barcos han nacido en esa factoría de Bouzas en que, además, se ha prestado asistencia a navegantes de todo el mundo que han recalado en nuestras costas a lo largo de todos estos años, con clientes como Franco o el Rey Juan Carlos.

Los sonidos de la infancia

"Yo nací -cuenta él- en la calle López Mora de Vigo con el sonido de la piedra como música de fondo: el de los canteros que construían el Gran Vigo pétreo y los chirridos de los carros de bueyes que la traían desde las canteras. Era el año 1926 y desde mi infancia me acompañó otra polifonía de sonidos, los de los astilleros, ya que esa era la actividad iniciada en 1915 por mi padre, Fernando Lagos Carsi. Era un hombre avanzado para la época, porque a los 10 años le habían enviado a estudiar a Inglaterra y allí hizo ingeniería mecánica, eléctrica y arquitectura naval en el Royal Technical College de Glasgow. En 1914, antes de comenzar la II Guerra Mundial, regresó a España y montó un pequeño astillero en un "tendijón "que había sido del Real Club Náutico de Vigo, en el Arenal, y después pasó a Bouzas, luego a Ganoy (donde entre 1932 y 1935, construyó varios cientos de piraguas, forradas de lona y el primer snipe en Vigo), más tarde a López Mora (donde fabricó varios stars y muchos snipes para toda España) y por fin se instaló en 1944 definitivamente en Bouzas. En ese tiempo se casó y tuvo 5 hijos con Carolina Silva, viguesa que hablaba 5 idiomas y con la que, por tanto, formaba un matrimonio muy anticipado a su tiempo, hasta el punto de que por nuestra educación muchos decían que estábamos locos."

En 1939 con su padre y hermanos. Él es el detrás a la derecha.

La educación

"En mis primeros años fui al colegio Alemán. Después fui al Labor. Entremezclo recuerdos maravillosos con sensaciones de campos de concentración. Recuerdo a "El Pata", un profesor extraordinario cuyas explicaciones eran tan buenas que yo casi no necesitaba estudiar. Yo ya era un tanto levantisco aunque sin estridencias; ante una injusticia, por ejemplo, pedía a mis compañeros que llevaran corbata negra. Al terminar el Bachillerato me fui a Madrid a la academia Gil Coca a preparar Ingeniería Naval pero tuve que dejarlo y volver a Vigo para ayudar a mi padre en el astillero, así que hube de estudiar Ingeniería Técnica Mecánica con dispensa. Esos años de estudios de mi infancia estuvieron enmarcados en los desórdenes y el caos del clima prebélico y bélico. Nosotros éramos pelirrojos y recuerdo que en 1935 pasábamos dos hermanos y yo por Tomás Alonso ante un colegio y los estudiantes, al grito de "alemanes, pelo de vaca", empezaron a apedrearnos. En ciertos sectores populares existía un clima antialemán y nosotros parecíamos arios aunque más de Vigo no podíamos ser. Menos mal que apareció por allí un muchacho de Bouzas, Telmo Pérez, luego conocido oculista, que nos sacó de aquel aprieto. Por la misma razón fuimos otra vez atacados a pedrada limpia al pasar por la calle Romil por una pandilla de salvajes y esta vez fue Gonzalo Ozores, que tendría entonces unos 20 años, quien nos rescató de la "lapidación". A mí, que era un niño, me pareció que nos salvaban de la muerte".

En las Cíes con su madre, su hermano Tuki y Juanito Yáñez, en 1937.

Las Cíes como paraíso

"Siempre estuvimos muy vinculados a las islas Cíes. Mi padre, con Félix Casuso, Alejandro Requejo, Juanito Yáñez y algún otro empezaron a ir allí en 1915, durmiendo en tiendas de campaña. Mis hermanos y yo empezamos a ir en 1937, todos los veranos, meses enteros. Entonces vivíamos en "el cuartel", la casa que nos dejaba Eduardo Posada, en la que cuando llovía teníamos que cambiar las camas de sitio por las goteras. Erasmo Montenegro nos permitía cazar para el sustento y puedo decir que a lo largo de los años comí tanto conejo y tanto pulpo pescado en el lago que durante años aborrecí ambas cosas. En el tiempo que pasábamos allí no nos enterábamos, felizmente, de nada de lo que pasaba en el mundo y puedo decir que pasaron cosas como la guerra española o la II Guerra Mundial. Nadie iba por esas islas en esos tiempos y recuerdo que las amigas de mi madre le preguntaban si ir a veranear a un sitio tan inhóspito era por alguna grave penitencia que nos habían impuesto. Pero mi familia fue siempre deportista y amante de la naturaleza, como los Steinbruggen, que también iban allí. Hoy va tanta gente que en vez de un Parque Natural parece un parque público. Esperemos que al menos se respete el número máximo que impone la Xunta".

La entrada en el astillero

"Los hijos nos fuimos integrando en el astillero. En 1947 lo hice yo como ingeniero técnico mecánico y experto en madera del Lloyd's Register of Shipping, en 1950 mi hermano Juan, como ingeniero técnico mecánico y químico, y después Rosendo. Hacia 1960, con 71 años , mi padre se retiró, dejando el astillero en nuestras manos, pero continuando con el diseño de embarcaciones. Yo diseñé y construí barcos de vela como los famosos Delfín y otros muchos más, los Dragones y Star, técnicamente de muy difícil ejecución. Fue en 1952 cuando me estrené como diseñador con un Clase Delfín de poco calado para navegar por las rías, patrocinado por José María Massó, comodoro del R. C. Náutico. Mi padre había construido el primer snipe en Vigo para este Massó pero después, bajo mi supervisión, construimos cientos para toda España y Portugal, en algunos de los cuales quedaron campeones de España o Europa deportistas nuestros como Fernando Massó, Pedro Casado, Félix Gancedo, Cholo Armada...Lo nuestro es la madera pero probablemente fuimos nosotros quienes usamos el plástico por vez primera en España, resina de poliéster y fibra de vidrio, que Padín Brothers de New York, emigrantes del Baixo Miño, le habían enviado al médico Antonio Ruiz, amigo de mi padre, para su lancha de pesca deportiva".

Empresarios de vocación

"Mi padre fue empresario, lo fui yo durante toda mi vida y ahora lo son mis hijos. Los empresarios son la columna vertebral de una nación pero, desgraciadamente, no son apreciados en todo su valor. Cuando suben, todos los adulan y piden trabajo pero cuando tienen un tropiezo o hacen algo mal quienes los adulaban se olvidan de un plumazo de toda la lucha anterior y solo juzgan por lo último. Yo el futuro de los astilleros de Vigo lo veo negro, y encima de la crisis veo una Administración portuaria insensible que no ayuda, que no quiere reconocer que el canon que nos cobran debe bajar porque depende por ley de los precios de los terrenos y edificios colindantes, y estos han bajado un 50 por ciento".

Navegante de excepción

"He sido diseñador y constructor naval pero en esta recapitulación sobre mi vida tengo a gala decir que fui también navegante durante muchísimos años. En mi juventud navegué con gente como Robert Somerset (poseedor de una medalla Blue Water por el salvamento de un yate en llamas con su barco de vela), Stanley Livingston o Dirk Lohan, arquitecto y sobrino del célebre Van der Roe... de los que aprendí muchas cosas. Fui el único español participante en la Regata del Descubrimiento Bermudas-Bayona en el año 72, a cuyo Comité Español pertenecía. Soy socio de honor del Ocean Cruising Club y del Royal Cruising Club, uno de los clubs de cruceros más exclusivos del mundo, fui coorganizador con mi hermano Juan y Antonio Pastor del Trofeo Finisterre (A Coruña-Vigo) y organizo el Rally Baiona-Finisterre, que ya va por la XII edición. Me enorgullece pensar que muchos de estos navegantes de todo el mundo han podido conocer de nuestra mano Galicia y propagar sus excelencias en sus países de origen".

La jubilación

"Me jubilé a los 85 años, hace solo dos, y ahora me dedico a ordenar mi oficina-museo, y mi correspondencia con navegantes amigos de todo el mundo. Sigo sin tener tiempo porque cuando termino algo siempre aparece algo nuevo por hacer".

El navegante terrorista

"Allá por los años 70 apareció por el astillero un tal Feltrinelli con su esposa, una mujer imponente. Tuvo que ausentarse con urgencia y nos dejó su barco, para que lo arregláramos, y a su mujer, con la petición de que la cuidáramos hasta su vuelta. Tomaba el sol como Dios la trajo al mundo aunque fuera sobre sobre una colchoneta en el agua, ante la expectación masculina propia de aquellos años, prismáticos incluidos. Tiempo después leí en los periódicos que el multimillonario Feltrinelli había muerto cuando intentaba poner una bomba".

"Nada se parece aquel Vigo que yo conocí en mi infancia al de hoy. Se vivió un admirable crecimiento pero con muchos despropósitos propios del afán desmedido de dinero. Los hay por otras razones como, por ejemplo, ese edificio de la Xunta en el Areal. Yo me cansé de decir que era ilegal porque en el muelle solo se pueden construir edificios conectados con la mar. Llegué al Supremo con mi denuncia y así lo declararon pero luego argumentaron que el muelle no era muelle sino ciudad. Increíble. Y siguió en pie y hasta, paradójicamente, creo que fue premiado por su arquitectura".